El día 3 de abril se recuerda en la Ciudad de Corrientes al día de su fundación. Paradójicamente este día no es festivo y la rutina de la ciudad transcurre con total normalidad hasta el 3 de mayo, en que se lo conmemora conjuntamente con la Cruz del Milagro. Para entender el porqué de este asunto, se debe recurrir a los antecedentes que así lo dispusieron. En el acta capitular del 1° de abril de 1773, las autoridades del Cabildo, anticipándose al día de la conmemoración de la fundación expresaban lo siguiente:
…el tres del corriente [abril] es el que celebra la festividad de la Santa Cruz de los Milagros, función establecida desde la fundación de esta ciudad, en conmemoración de haber sido dicho día el en que se enarboló el Real Estandarte y tomaron posesión las armas españolas de estas tierras y de los notorios milagros con que ha manifestado dicha Santa Cruz su protección…
El documento expresa claramente que en el día 3 de abril se celebraban ambos acontecimientos, la fundación de la ciudad y el Milagro de la Cruz, así se hizo desde los tiempos más remotos, como lo acreditan otros documentos. La primera modificación de la fecha de esta festividad tendría lugar en el año 1805 cuando el obispo de Buenos Aires Lué y Riega visitó nuestra ciudad y no quedó conforme del modo en que se desarrollaban las festividades, pues se mezclaba en ella lo espiritual con otras actividades de esparcimiento y júbilo por la fundación y el triunfo sobre los naturales que consideraba incompatible con el sentido espiritual de la iglesia. Como consecuencia de ello dictó un decreto con fecha 23 de julio de 1805 en el que disponía que la conmemoración de la Cruz del Milagro se trasladase perpetuamente al 3 de mayo, para así apartarlo de la conmemoración de la fundación, fecha en que la Iglesia Católica celebra la Invención de la Cruz en que Jesucristo nos redimiera. Este decreto fue presentado al Cabildo de la ciudad el 10 de febrero de 1806 y desde ese momento se conmemoro el Milagro de la Cruz el 3 de mayo, hasta que en el año 1815, el gobernador José de Silva decretó que la conmemoración de la Cruz del Milagro fuese vuelta a su fecha original “en memoria y reverencia del milagro que obró aquel día, el año de la población de la ciudad”. La fecha fue nuevamente modificada durante la gestión del gobernador Pedro Ferré que la vuelve al 3 de mayo conforme al decreto del obispo Lué y Riega. Esta fecha quedará ratificada luego en el año 1849 por un concordato celebrado entre fray Bernardo Diez, delegado eclesiástico de la provincia de Corrientes, y el gobernador Benjamín Virasoro, en el que se establecen los días festivos religiosos para nuestra provincia y se fija el 3 de mayo para la celebración del día de la Cruz del Milagro. Como vemos, la polémica siempre giró en torno a la fecha de la celebración de la Cruz del Milagro.
Corrientes es una de las ciudades más antiguas de la República Argentina que tiene el privilegio de conocer con detalles el día de su nacimiento, pues posee un certificado que lo acredita, su Acta de su Fundación rubricada por las autoridades de su primer Cabildo. En ella, consta que fue fundada el domingo 3 de abril de 1588 por el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón en nombre de su Majestad el rey de España, es por ello que resulta absurdo que no se declare festiva esta fecha y se postergue su conmemoración hasta el día 3 de mayo en que se conmemora a la Cruz del Milagro.
…el tres del corriente [abril] es el que celebra la festividad de la Santa Cruz de los Milagros, función establecida desde la fundación de esta ciudad, en conmemoración de haber sido dicho día el en que se enarboló el Real Estandarte y tomaron posesión las armas españolas de estas tierras y de los notorios milagros con que ha manifestado dicha Santa Cruz su protección…
El documento expresa claramente que en el día 3 de abril se celebraban ambos acontecimientos, la fundación de la ciudad y el Milagro de la Cruz, así se hizo desde los tiempos más remotos, como lo acreditan otros documentos. La primera modificación de la fecha de esta festividad tendría lugar en el año 1805 cuando el obispo de Buenos Aires Lué y Riega visitó nuestra ciudad y no quedó conforme del modo en que se desarrollaban las festividades, pues se mezclaba en ella lo espiritual con otras actividades de esparcimiento y júbilo por la fundación y el triunfo sobre los naturales que consideraba incompatible con el sentido espiritual de la iglesia. Como consecuencia de ello dictó un decreto con fecha 23 de julio de 1805 en el que disponía que la conmemoración de la Cruz del Milagro se trasladase perpetuamente al 3 de mayo, para así apartarlo de la conmemoración de la fundación, fecha en que la Iglesia Católica celebra la Invención de la Cruz en que Jesucristo nos redimiera. Este decreto fue presentado al Cabildo de la ciudad el 10 de febrero de 1806 y desde ese momento se conmemoro el Milagro de la Cruz el 3 de mayo, hasta que en el año 1815, el gobernador José de Silva decretó que la conmemoración de la Cruz del Milagro fuese vuelta a su fecha original “en memoria y reverencia del milagro que obró aquel día, el año de la población de la ciudad”. La fecha fue nuevamente modificada durante la gestión del gobernador Pedro Ferré que la vuelve al 3 de mayo conforme al decreto del obispo Lué y Riega. Esta fecha quedará ratificada luego en el año 1849 por un concordato celebrado entre fray Bernardo Diez, delegado eclesiástico de la provincia de Corrientes, y el gobernador Benjamín Virasoro, en el que se establecen los días festivos religiosos para nuestra provincia y se fija el 3 de mayo para la celebración del día de la Cruz del Milagro. Como vemos, la polémica siempre giró en torno a la fecha de la celebración de la Cruz del Milagro.
Corrientes es una de las ciudades más antiguas de la República Argentina que tiene el privilegio de conocer con detalles el día de su nacimiento, pues posee un certificado que lo acredita, su Acta de su Fundación rubricada por las autoridades de su primer Cabildo. En ella, consta que fue fundada el domingo 3 de abril de 1588 por el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón en nombre de su Majestad el rey de España, es por ello que resulta absurdo que no se declare festiva esta fecha y se postergue su conmemoración hasta el día 3 de mayo en que se conmemora a la Cruz del Milagro.
Esta costumbre de vincular estrechamente el día de la fundación de la ciudad con la celebración de la Cruz del Milagro esta muy arraigada en la comunidad, sin embargo, no debe confundirse una cosa con la otra, pues se refieren a dos cosas totalmente diferentes, la primera, el 3 de abril, a la conmemoración de un acto solemne de carácter administrativo por el cual se dio origen y se constituyó legalmente nuestra ciudad, y la segunda, el 3 de mayo, a la celebración de una festividad de carácter religioso que tiene sus orígenes en la celebración religiosa de La Invención de la Santa Cruz, fecha a la que se recurre por ser incierto el día en que ocurrió el Milagro de la Cruz. Resulta entonces necesario que algún día las autoridades municipales reconozcan el valor simbólico que tiene el 3 de abril para nuestra ciudad y se la incorpore al cronograma de días festivos.
Hace casi 500 años, el territorio que abarca la actual provincia de Corrientes estaba comprendido dentro de los límites de la gobernación de las provincias del Río de la Plata, según quedó establecido en la Capitulación que el rey de España firmó en Toledo el 21 de mayo de 1534 con el adelantado don Pedro de Mendoza. En lo que respecta al territorio de la actual República Argentina y a la antigua gobernación del Río de la Plata, las primeras ciudades que se fundaron en él fueron: Santa Fe (1573), Buenos Aires (1580), Concepción del Bermejo (1585) y Corrientes (1588), todas ellas fueron pobladas por conquistadores españoles y mestizos que salieron de la ciudad de Asunción (Paraguay) que en ese entonces era la ciudad cabecera de la gobernación. Estas corrientes fundacionales comenzaron a gestarse durante la gobernación del adelantado Juan Ortiz de Zárate, pues estaba obligado a ello por las capitulaciones que había firmado con el rey. Sin embargo, Ortiz de Zarate no pudo cumplir con su compromiso, pues falleció al poco tiempo de llegar a su gobernación y solo llegó a fundar la ciudad de San Salvador que tuvo muy poca suerte y no prosperó.
Retomó este compromiso el adelantado sucesor, el licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, por su casamiento con doña Juana de Zarate, hija y universal heredera del adelantado Juan Ortiz de Zarate. Su gobierno estuvo marcado por los contratiempos que le ocasionó su casamiento con la rica heredera, pues eran varios los que aspiraban a la gobernación y sus bienes, entre ellos, sobresalió el virrey don Francisco de Toledo que se encargó de hacerle la vida imposible al nuevo adelantado, privándolo por mucho tiempo de pasar al territorio de su gobernación. Por este motivo, el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón debió delegar el mando en sus tenientes, para que ellos en su nombre ejercieran el gobierno. Es así que por sus instrucciones y en su nombre el general Juan de Garay funda en el año 1580 la ciudad de la Trinidad y puerto de Buenos Aires y en el año 1585 el capitán Alonso de Vera y Aragón funda la ciudad de la Concepción del Río Bermejo (hoy desaparecida).
Si bien la persecución política a que estaba sometido el adelantado comenzó a cesar con el alejamiento del cargo del virrey Toledo, su situación no mejoraría de inmediato, pues recaían sobre él engorrosos pleitos y demandas pergeñadas por sus émulos. En el año 1587 su situación procesal mejoró y se le permite visitar las ciudades de su gobernación, inmediatamente se dirige desde la ciudad de la Plata (hoy Sucre) en donde estaba retenido con destino a la ciudad de la Concepción del Río Bermejo, donde es recibido por su sobrino el capitán Alonso de Vera y Aragón, apodado el cara de perro, que posteriormente lo escolta hasta la ciudad de la Asunción. En esta ciudad se dedicó a tomar cuenta de la administración de los oficiales reales, a pacificar los límites de la ciudad que de continuo eran acosados por los indios guaicurúes y a los preparativos para la fundación de una ciudad en el paraje de las Siete Corrientes, empresa en la cual ya se encontraba trabajando su otro sobrino el capitán Alonso de Vera y Aragón, apodado el Tupí.
En este punto debo hacer unas aclaraciones sobre el clima reinante en la gobernación. A la muerte del general Juan de Garay, teniente general de la gobernación, lo sucedió en el cargo el general Juan de Torres Navarrete, primo hermano del adelantado, que era fielmente asistido por tres sobrinos del adelantado, los tres llamados Alonso de Vera y Aragón. Esta situación generó cierto malestar entre algunos conquistadores que veían con malos ojos que todo el poder esté concentrado en familiares del adelantado, pero en realidad lo que más les molestaba era la pujanza que tenían para llevar adelante las empresas y hacer cumplir sin discusión las instrucciones del adelantado. El conquistador Juan Caballero de Bazán, un prófugo de la armada de Sotomayor que iba con destino a Chile, fue el que encabezó la conspiración para alejar del mando a los parientes del adelantado, para ello recurrió a la Real Audiencia de la ciudad de la Plata y obtuvo ciertas resoluciones a su favor que posteriormente tendrían un efecto diferente en las ciudades de la gobernación, pues solo prosperó su intención tiempo mas tarde en la ciudad de Asunción.
Por el mes de enero de 1588, el adelantado despachó por vía terrestre al capitán Hernandarias de Saavedra con el ganado vacuno que serviría de sustento a la nueva población, empresa muy difícil de concretar y que sólo podía ser coronada por éxito por Hernandarias, quien además era ya un caudillo entre los conquistadores y mancebos de Asunción. Fue precisamente por su calidad de caudillo que el adelantado debió requerir su intervención para reclutar pobladores para la nueva ciudad. Paralelamente ya se encontraba trabajando desde por lo menos el mes junio de 1587 en el paraje de las Siete Corrientes el capitán Alonso de Vera y Aragón, el Tupí, con un grupo de aproximadamente 28 soldados.
El capitán Alonso de Vera y Aragón fue el verdadero precursor de esta población, las instrucciones para realizarla las había recibido del general Juan de Torres Navarrete que entonces se desempeñaba de teniente general de gobernación del adelantado. Las primeras cosas necesarias para la población las trajo de la costa del Brasil en un navío de su propiedad, así lo comunicaba al rey en su carta del 15 de junio de 1587. Luego se encargó de explorar el lugar y hacer contacto con las tribus comarcanas que lo habitaban, con las cuales hizo las paces. Se encargó de preparar el terreno y elegir el sitio adecuado para la traza de la ciudad, donde seguramente realizaron algún trabajo de desmonte, pues a la llegada del adelantado todo el sitio ya estaba delineado. Esta avanzada de conquistadores tenía su base de operaciones en una empalizada que habían construido en las inmediaciones de la playa Arazaty, al que denominaban Pucará, expresión de la lengua quechua que significa fortaleza, nombre que seguramente fue puesto por el Tupí, pues el había nacido en el Cuzco y su madre era una indígena de nación Inca.
A fines del mes de marzo el adelantado y su comitiva partieron de Asunción a bordo de una carabela, en otras embarcaciones iban los demás pobladores con sus familias y sus pertenencias. El día 28 de marzo fueron alcanzados por el escribano Juan Canteros que portaba una provisión de la Real Audiencia por la cual se determinaba que cesasen en el mando los parientes del adelantado, el adelantado con buen tino las recibió pero se escuso de obedecerlas por el momento, porque consideraba injusto que se separase de los cargos a las personas que tanto habían trabajado en las poblaciones que se hicieron y la que se estaba llevando adelante. Prosiguió su viaje y debió llegar al paraje de las siete Corrientes algunos días previos a la fundación.
Finalizados los preparativos, se dio inicio a la solemne ceremonia en la madrugada del domingo 3 de abril de 1588, el adelantado, siguiendo el procedimiento que marcaba la ley, procedió con las formalidades de rigor y declaró fundada la Ciudad de Vera en nombre del rey de España, seguidamente eligió las autoridades de su primer Cabildo y señaló la traza de la ciudad, el sitio para la plaza y para la iglesia. Luego se procedió al reparto de solares a los pobladores que quedó asentado en un padrón de repartos de solares, documento que hoy se encuentra perdido.
Hace casi 500 años, el territorio que abarca la actual provincia de Corrientes estaba comprendido dentro de los límites de la gobernación de las provincias del Río de la Plata, según quedó establecido en la Capitulación que el rey de España firmó en Toledo el 21 de mayo de 1534 con el adelantado don Pedro de Mendoza. En lo que respecta al territorio de la actual República Argentina y a la antigua gobernación del Río de la Plata, las primeras ciudades que se fundaron en él fueron: Santa Fe (1573), Buenos Aires (1580), Concepción del Bermejo (1585) y Corrientes (1588), todas ellas fueron pobladas por conquistadores españoles y mestizos que salieron de la ciudad de Asunción (Paraguay) que en ese entonces era la ciudad cabecera de la gobernación. Estas corrientes fundacionales comenzaron a gestarse durante la gobernación del adelantado Juan Ortiz de Zárate, pues estaba obligado a ello por las capitulaciones que había firmado con el rey. Sin embargo, Ortiz de Zarate no pudo cumplir con su compromiso, pues falleció al poco tiempo de llegar a su gobernación y solo llegó a fundar la ciudad de San Salvador que tuvo muy poca suerte y no prosperó.
Retomó este compromiso el adelantado sucesor, el licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, por su casamiento con doña Juana de Zarate, hija y universal heredera del adelantado Juan Ortiz de Zarate. Su gobierno estuvo marcado por los contratiempos que le ocasionó su casamiento con la rica heredera, pues eran varios los que aspiraban a la gobernación y sus bienes, entre ellos, sobresalió el virrey don Francisco de Toledo que se encargó de hacerle la vida imposible al nuevo adelantado, privándolo por mucho tiempo de pasar al territorio de su gobernación. Por este motivo, el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón debió delegar el mando en sus tenientes, para que ellos en su nombre ejercieran el gobierno. Es así que por sus instrucciones y en su nombre el general Juan de Garay funda en el año 1580 la ciudad de la Trinidad y puerto de Buenos Aires y en el año 1585 el capitán Alonso de Vera y Aragón funda la ciudad de la Concepción del Río Bermejo (hoy desaparecida).
Si bien la persecución política a que estaba sometido el adelantado comenzó a cesar con el alejamiento del cargo del virrey Toledo, su situación no mejoraría de inmediato, pues recaían sobre él engorrosos pleitos y demandas pergeñadas por sus émulos. En el año 1587 su situación procesal mejoró y se le permite visitar las ciudades de su gobernación, inmediatamente se dirige desde la ciudad de la Plata (hoy Sucre) en donde estaba retenido con destino a la ciudad de la Concepción del Río Bermejo, donde es recibido por su sobrino el capitán Alonso de Vera y Aragón, apodado el cara de perro, que posteriormente lo escolta hasta la ciudad de la Asunción. En esta ciudad se dedicó a tomar cuenta de la administración de los oficiales reales, a pacificar los límites de la ciudad que de continuo eran acosados por los indios guaicurúes y a los preparativos para la fundación de una ciudad en el paraje de las Siete Corrientes, empresa en la cual ya se encontraba trabajando su otro sobrino el capitán Alonso de Vera y Aragón, apodado el Tupí.
En este punto debo hacer unas aclaraciones sobre el clima reinante en la gobernación. A la muerte del general Juan de Garay, teniente general de la gobernación, lo sucedió en el cargo el general Juan de Torres Navarrete, primo hermano del adelantado, que era fielmente asistido por tres sobrinos del adelantado, los tres llamados Alonso de Vera y Aragón. Esta situación generó cierto malestar entre algunos conquistadores que veían con malos ojos que todo el poder esté concentrado en familiares del adelantado, pero en realidad lo que más les molestaba era la pujanza que tenían para llevar adelante las empresas y hacer cumplir sin discusión las instrucciones del adelantado. El conquistador Juan Caballero de Bazán, un prófugo de la armada de Sotomayor que iba con destino a Chile, fue el que encabezó la conspiración para alejar del mando a los parientes del adelantado, para ello recurrió a la Real Audiencia de la ciudad de la Plata y obtuvo ciertas resoluciones a su favor que posteriormente tendrían un efecto diferente en las ciudades de la gobernación, pues solo prosperó su intención tiempo mas tarde en la ciudad de Asunción.
Por el mes de enero de 1588, el adelantado despachó por vía terrestre al capitán Hernandarias de Saavedra con el ganado vacuno que serviría de sustento a la nueva población, empresa muy difícil de concretar y que sólo podía ser coronada por éxito por Hernandarias, quien además era ya un caudillo entre los conquistadores y mancebos de Asunción. Fue precisamente por su calidad de caudillo que el adelantado debió requerir su intervención para reclutar pobladores para la nueva ciudad. Paralelamente ya se encontraba trabajando desde por lo menos el mes junio de 1587 en el paraje de las Siete Corrientes el capitán Alonso de Vera y Aragón, el Tupí, con un grupo de aproximadamente 28 soldados.
El capitán Alonso de Vera y Aragón fue el verdadero precursor de esta población, las instrucciones para realizarla las había recibido del general Juan de Torres Navarrete que entonces se desempeñaba de teniente general de gobernación del adelantado. Las primeras cosas necesarias para la población las trajo de la costa del Brasil en un navío de su propiedad, así lo comunicaba al rey en su carta del 15 de junio de 1587. Luego se encargó de explorar el lugar y hacer contacto con las tribus comarcanas que lo habitaban, con las cuales hizo las paces. Se encargó de preparar el terreno y elegir el sitio adecuado para la traza de la ciudad, donde seguramente realizaron algún trabajo de desmonte, pues a la llegada del adelantado todo el sitio ya estaba delineado. Esta avanzada de conquistadores tenía su base de operaciones en una empalizada que habían construido en las inmediaciones de la playa Arazaty, al que denominaban Pucará, expresión de la lengua quechua que significa fortaleza, nombre que seguramente fue puesto por el Tupí, pues el había nacido en el Cuzco y su madre era una indígena de nación Inca.
A fines del mes de marzo el adelantado y su comitiva partieron de Asunción a bordo de una carabela, en otras embarcaciones iban los demás pobladores con sus familias y sus pertenencias. El día 28 de marzo fueron alcanzados por el escribano Juan Canteros que portaba una provisión de la Real Audiencia por la cual se determinaba que cesasen en el mando los parientes del adelantado, el adelantado con buen tino las recibió pero se escuso de obedecerlas por el momento, porque consideraba injusto que se separase de los cargos a las personas que tanto habían trabajado en las poblaciones que se hicieron y la que se estaba llevando adelante. Prosiguió su viaje y debió llegar al paraje de las siete Corrientes algunos días previos a la fundación.
Finalizados los preparativos, se dio inicio a la solemne ceremonia en la madrugada del domingo 3 de abril de 1588, el adelantado, siguiendo el procedimiento que marcaba la ley, procedió con las formalidades de rigor y declaró fundada la Ciudad de Vera en nombre del rey de España, seguidamente eligió las autoridades de su primer Cabildo y señaló la traza de la ciudad, el sitio para la plaza y para la iglesia. Luego se procedió al reparto de solares a los pobladores que quedó asentado en un padrón de repartos de solares, documento que hoy se encuentra perdido.
Firma del adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón
Carta del 20 de agosto de 1588 a la Real Audiencia
Los primeros años de la población fueron los más difíciles, pronto se comenzó a sentir la hostilidad de los indios guaranies del río Paraná arriba que eran llamados paranaes, indios muy belicosos e indómitos. Esto motivó que los pobladores por largo tiempo no pudieran establecerse en sus solares y vivieran recluidos en el fuerte de la playa Arazaty. La primera desgracia sobrevino a la población en un paraje del río Paraná arriba adonde había ido un destacamento en procura de alimentos, allí sucedió la llamada matanza de la mandioca en un mandiocal natural en donde fueron emboscados por los indios que protagonizaron una gran matanza. Esta victoria relativa envalentonó a los indios paranaes, que en acuerdo con otros caciques decidieron ir a destruir la ciudad y matar a todos sus pobladores. Sucedió entonces el cerco al fuerte donde los pobladores sufrieron durante varios días las necesidades provocadas por el aislamiento, la lucha fue dura y al final los indios se dieron por vencidos y se retiraron.
El día 4 de abril se realizó la primera reunión del Cabildo con la asistencia del adelantado que dejó estampada su firma en un acta que se resguarda en el Archivo Histórico de la ciudad. En esta reunión se determinaron cuales eran las cosas más necesarias para la ciudad y se nombró un procurador para que vaya a la ciudad de Asunción en procura de ellas, entre las cuales se solicitaba un religioso que atienda las necesidades espirituales de los pobladores. El adelantado permaneció en la ciudad hasta la mañana del 7 de abril, oportunidad en que se embarcó con destino a la ciudad de Santa Fe. Dejó por su teniente de gobernador a su sobrino al capitán Alonso de Vera y Aragón, el Tupí, quien luego de retirado el adelantado se presentó al Cabildo con su nombramiento para asumir el gobierno de la ciudad, cargó que desempeñó hasta el año 1596.
La provisión de la Real Audiencia que pretendía impedir que los parientes del adelantado desempeñaran cargos no tuvo efecto en la Ciudad de Vera, pues los propios pobladores se encargaron de requerir por medio de un procurador que se mantenga en el cargo al Tupí, pues era un buen gobernante y ejercía su cargo con total aprobación de todos los pobladores. Reproduzco a continuación un segmento de la carta del Cabildo de la Ciudad de Vera a la Real Audiencia en la que solicitan se mantenga en su cargo al capitán Alonso de Vera y Aragón en donde se hace una breve y bella relación de lo acontecido hasta ese momento y se insinúa el suceso del milagro de la Cruz:
...El licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, vuestro gobernador de estas provincias, fundó esta Ciudad de Vera en nombre vuestra Majestad, y en ella nos dejó, cuando se fue a los reinos de España a dar aviso a vuestra Majestad del estado de estas provincias, a Alonso de Vera y Aragón, su sobrino, por capitán general y justicia mayor de esta ciudad y Provincias del Paraná y Uruguay y el Tape, por haberse asentado con él los soldados pobladores y conquistadores que vinieron a esta población y conquista cuando se pregonó en la ciudad de la Asunción esta población en vuestro Real nombre, y después acá siempre ha administrado justicia y ha traído nueve naciones de indios, al servicio de Dios Nuestro Señor y de vuestra Majestad, por su buena maña e industria, poniéndolos en policía del conocimiento de Dios Nuestro Señor y obediencia y servidumbre de vuestra Majestad, y mediante los dichos indios esta dicha ciudad va en aumento, porque nos van sirviendo en la conquista y población de esta ciudad, y así fue Nuestro Señor servido para que se tuviese victoria con los indios guaraníes, que hacían muchos desastres por navegación y camino, en cierta batalla que se tuvo con ellos y conseguida la victoria, por ser indios tan belicosísimos, se ha asegurado este camino que desde antes se suele andar con copia de gente, se andan ahora los hombres solos. Esperase que sea una de las poblaciones mas fértil que ha habido en esta provincia y más necesaria por estar en medio de las ciudades de esta provincia, donde era la ladronera de los indios belicosos, y ampara la conservación de ella. Esta ciudad, vecinos y moradores de ella, suplica a vuestra Majestad sea servido mandar reformar la provisión que trajo Juan Caballero del capítulo de corregidores, porque el dicho Alonso de Vera nos gobierna en mucha uniformidad de todos los soldados y vecinos de ella, sin hacer agravio a nadie y mucho recogimiento, sin haber dado nota de su persona, porque así conviene al Real servicio de vuestra Majestad...
La provisión de la Real Audiencia que pretendía impedir que los parientes del adelantado desempeñaran cargos no tuvo efecto en la Ciudad de Vera, pues los propios pobladores se encargaron de requerir por medio de un procurador que se mantenga en el cargo al Tupí, pues era un buen gobernante y ejercía su cargo con total aprobación de todos los pobladores. Reproduzco a continuación un segmento de la carta del Cabildo de la Ciudad de Vera a la Real Audiencia en la que solicitan se mantenga en su cargo al capitán Alonso de Vera y Aragón en donde se hace una breve y bella relación de lo acontecido hasta ese momento y se insinúa el suceso del milagro de la Cruz:
...El licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, vuestro gobernador de estas provincias, fundó esta Ciudad de Vera en nombre vuestra Majestad, y en ella nos dejó, cuando se fue a los reinos de España a dar aviso a vuestra Majestad del estado de estas provincias, a Alonso de Vera y Aragón, su sobrino, por capitán general y justicia mayor de esta ciudad y Provincias del Paraná y Uruguay y el Tape, por haberse asentado con él los soldados pobladores y conquistadores que vinieron a esta población y conquista cuando se pregonó en la ciudad de la Asunción esta población en vuestro Real nombre, y después acá siempre ha administrado justicia y ha traído nueve naciones de indios, al servicio de Dios Nuestro Señor y de vuestra Majestad, por su buena maña e industria, poniéndolos en policía del conocimiento de Dios Nuestro Señor y obediencia y servidumbre de vuestra Majestad, y mediante los dichos indios esta dicha ciudad va en aumento, porque nos van sirviendo en la conquista y población de esta ciudad, y así fue Nuestro Señor servido para que se tuviese victoria con los indios guaraníes, que hacían muchos desastres por navegación y camino, en cierta batalla que se tuvo con ellos y conseguida la victoria, por ser indios tan belicosísimos, se ha asegurado este camino que desde antes se suele andar con copia de gente, se andan ahora los hombres solos. Esperase que sea una de las poblaciones mas fértil que ha habido en esta provincia y más necesaria por estar en medio de las ciudades de esta provincia, donde era la ladronera de los indios belicosos, y ampara la conservación de ella. Esta ciudad, vecinos y moradores de ella, suplica a vuestra Majestad sea servido mandar reformar la provisión que trajo Juan Caballero del capítulo de corregidores, porque el dicho Alonso de Vera nos gobierna en mucha uniformidad de todos los soldados y vecinos de ella, sin hacer agravio a nadie y mucho recogimiento, sin haber dado nota de su persona, porque así conviene al Real servicio de vuestra Majestad...
Carta del 20 de agosto de 1588 a la Real Audiencia
Los primeros años de la población fueron los más difíciles, pronto se comenzó a sentir la hostilidad de los indios guaranies del río Paraná arriba que eran llamados paranaes, indios muy belicosos e indómitos. Esto motivó que los pobladores por largo tiempo no pudieran establecerse en sus solares y vivieran recluidos en el fuerte de la playa Arazaty. La primera desgracia sobrevino a la población en un paraje del río Paraná arriba adonde había ido un destacamento en procura de alimentos, allí sucedió la llamada matanza de la mandioca en un mandiocal natural en donde fueron emboscados por los indios que protagonizaron una gran matanza. Esta victoria relativa envalentonó a los indios paranaes, que en acuerdo con otros caciques decidieron ir a destruir la ciudad y matar a todos sus pobladores. Sucedió entonces el cerco al fuerte donde los pobladores sufrieron durante varios días las necesidades provocadas por el aislamiento, la lucha fue dura y al final los indios se dieron por vencidos y se retiraron.
Croquis de la Matanza de la Mandioca
Desafortunadamente muchas vidas se perdieron y todo el ganado vacuno que se había traído a la población se escapó y se internó en el monte. Para subsanar las necesidades ocasionadas por el cerco, el Tupí se dirigió a Asunción en busca de ayuda y ganado vacuno que trajo a su costa. Gobernaba en ese entonces en Asunción otro sobrino del adelantado también llamado Alonso de Vera y Aragón, el cual encargó a Hernandarias que vaya con un grupo de soldados en defensa de la ciudad. Llegado el Tupí a la Ciudad de Vera, se determinó ir en castigo de los indios que habían cercado el fuerte, y como Hernandarias no llegaba con la ayuda se determinó salir de todas formas con los soldados que había, pues si se esperaba mas tiempo los indios agresores se internarían en los montes y sería muy difícil dar con ellos. Los documentos de la época nos cuentan que el castigo fue ejemplar y gracias a él la ciudad se pudo desarrollar y los pobladores pudieron ocupar sus tierras y construir en ellas sus viviendas.
Valga este humilde homenaje dedicado a todos aquellos valientes primeros pobladores que se aventuraron con sus familias en este inhóspito paraje para dar inicio a nuestra ciudad.
Valga este humilde homenaje dedicado a todos aquellos valientes primeros pobladores que se aventuraron con sus familias en este inhóspito paraje para dar inicio a nuestra ciudad.