Como es de público conocimiento, el licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, adelantado y gobernador de las provincias del Río de la Plata, fundó la Ciudad de Vera en el paraje de las Siete Corrientes el domingo 3 de abril de 1588, como consta de su acta de fundación, donde en parte de ella se expresa: “…fundo y asiento y pueblo la ciudad de Vera en el sitio que llaman de las Siete Corrientes provincia del Paraná y el Tape…”
Sobre el origen del nombre, ya no quedan dudas, el adelantado quiso perpetuar el apellido de su linaje en la ciudad que personalmente fundaba, por ello, deben quedar en el olvido todas aquellas insólitas hipótesis que pretendían atribuirle otros orígenes a su nombre, pues el razonamiento, antes que complejo debe ser simple. De igual manera, quiso el adelantado perpetuar el nombre de su terruño natal intitulando Nueva Estepa a una ciudad que debía fundarse en la boca del río Bermejo, para lo cual expidió el 4 de mayo de 1588 desde Santa Fe una Provisión a los capitanes Sebastian de León y Diego de Olavarri con el fin de que llevaran adelante esta fundación y que por la incapacidad y desinterés de los comisionados al efecto nunca se realizó. La Provisión en parte de su texto expresaba lo siguiente:
“…dentro de tres años poblareis y fundareis, en nombre de su Majestad e mía, en su real nombre en el río Bermejo… podáis ir a la boca del dicho río Bermejo, y en la boca de él, o en la parte que os pareciere más cómoda, fundareis y poblareis una villa, la cual se intitule y llame la villa de la Nueva Estepa…”
Como era costumbre en esos tiempos, cuando el fundador intitulaba la ciudad que fundaba, al nombre propio le precedía o seguía el nombre de una virgen, santo o dogma de la iglesia católica, pero en el caso de la ciudad de Vera no se consignó tal peculiaridad en su acta de fundación, situación ésta que fue rápidamente enmendada por su fundador agregándole al poco tiempo el santo de su nombre, por lo cual la ciudad quedó intitulada San Juan de Vera, al menos así lo consignó el adelantado cuando hizo referencia a ella en un documento expedido en la ciudad de Santa Fe a 4 de mayo, a tan solo un mes de fundada la ciudad de Vera, en parte del cual expresaba: “…e cuatro leguas hacia la ciudad de San Juan de Vera río en medio”.
Esta nueva denominación dada por el adelantado no fue aislada ni ocasional, la vuelve a reiterar en el año 1594 en otro documento que redacta cuando ya se encontraba en España, en él, certificaba los servicios de don Francisco de Irarrázaval y Andía que fue su compañero en la fundación de la ciudad de Vera, documento en el cual también la denomina “ciudad de San Juan de Vera” y más tarde hace lo mismo en un poder que otorga en el año 1604 a Juan de Guerra para que en su nombre solicite al Cabildo de la ciudad de Vera los testimonios de la fundación de “la ciudad de Sant Joan de Vera en las Siete Corrientes”.
Un documento muy peculiar emanado del teniente de gobernador Alonso de Vera y Aragón nos da con más lujos de detalles el nombre de la ciudad, de la provincia donde se hallaba emplazada y los límites que ésta tenía. El documento fue expedido en el año 1591 cuando se realizó el primer reparto de tierras para labranza a los pobladores de la Ciudad de Vera, porque fue a partir de este año que los pobladores comenzar a cultivar las tierras colindantes a la traza urbana de la ciudad, gracias al castigo ejemplar que se hizo de los indios que cercaron el fuerte de la ciudad con el propósito de destruirla. En el encabezamiento del citado documento se expresaba lo siguiente:
“En el nombre de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero, y de la gloriosa Virgen Santa Maria Señora Nuestra, y del Rey Don Felipe nuestro señor, yo Alonso de Vera y Aragón, capitán general, justicia mayor de esta ciudad de Vera, provincias de las Siete Corrientes, Paraná, Uruguahi, Tape hasta la mar del Norte, San Francisco y Viaza y Guairá por el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón, gobernador capitán general y justicia mayor de todas estas provincias del Río de la Plata…”
Muy a pesar del nombre oficial que tuvo la Ciudad de Corrientes en su fundación, éste se fue transformando con el devenir de los años por el capricho de los hombres que lo fueron transformando a su gusto y a lo que les resultaba más práctico y representativo. Tuvo una incidencia notable en ello la característica particular del paraje donde estaba emplazada la ciudad, comúnmente conocido por todos como el paraje de las Siete Corrientes, por las corrientes que se formaban en el río al pasar las aguas por las siete puntas naturales que sobresalían de su costa.
Esta particularidad del paraje queda corroborada por varios documentos, entre los cuales podemos citar a la relación que el franciscano fray Juan de Rivadeneira entrega al Consejo de Indias en el año 1581, donde se expresa: “hasta las 7 corrientes”; o la carta del capitán Alonso de Vera y Aragón dirigida al rey de España, fechada en Santa Fe a 15 de junio de 1587, donde se expresa: “Juan de torres Navarrete teniente general de estas provincias en nombre de Vuestra Alteza me mando haga una población en nombre de Vuestra Alteza en las Siete Corrientes”; o en la comisión expedida por el adelantado a Hernandarias de Saavedra el 25 de enero de 1588, donde se expresa: “provincia de las Siete Corrientes”, o en el acta de fundación, donde se expresa: “en el sitio que llaman de las Siete Corrientes”.
Gracias al minucioso estudio de la documentación existente, he logrado determinar que la costumbre de añadir el nombre del paraje a continuación del nombre propio de la ciudad comenzó a utilizarse en documentos expedidos fuera de la ciudad de Vera. De las pesquisas realizadas, he logrado hallar los siguientes testimonios:
1) Un poder expedido el 7 de marzo de 1591 en la ciudad de Santa Fe a Manuel de Frías, otorgado por don Gonzalo Gutiérrez de Figueroa, juez pesquisidor de la Real Audiencia de la Plata contra los culpables de la muerte de don Gonzalo Martel de Guzmán en la ciudad de Santa Fe, donde se la denomina simplemente Siete Corrientes.
Sobre el origen del nombre, ya no quedan dudas, el adelantado quiso perpetuar el apellido de su linaje en la ciudad que personalmente fundaba, por ello, deben quedar en el olvido todas aquellas insólitas hipótesis que pretendían atribuirle otros orígenes a su nombre, pues el razonamiento, antes que complejo debe ser simple. De igual manera, quiso el adelantado perpetuar el nombre de su terruño natal intitulando Nueva Estepa a una ciudad que debía fundarse en la boca del río Bermejo, para lo cual expidió el 4 de mayo de 1588 desde Santa Fe una Provisión a los capitanes Sebastian de León y Diego de Olavarri con el fin de que llevaran adelante esta fundación y que por la incapacidad y desinterés de los comisionados al efecto nunca se realizó. La Provisión en parte de su texto expresaba lo siguiente:
“…dentro de tres años poblareis y fundareis, en nombre de su Majestad e mía, en su real nombre en el río Bermejo… podáis ir a la boca del dicho río Bermejo, y en la boca de él, o en la parte que os pareciere más cómoda, fundareis y poblareis una villa, la cual se intitule y llame la villa de la Nueva Estepa…”
Como era costumbre en esos tiempos, cuando el fundador intitulaba la ciudad que fundaba, al nombre propio le precedía o seguía el nombre de una virgen, santo o dogma de la iglesia católica, pero en el caso de la ciudad de Vera no se consignó tal peculiaridad en su acta de fundación, situación ésta que fue rápidamente enmendada por su fundador agregándole al poco tiempo el santo de su nombre, por lo cual la ciudad quedó intitulada San Juan de Vera, al menos así lo consignó el adelantado cuando hizo referencia a ella en un documento expedido en la ciudad de Santa Fe a 4 de mayo, a tan solo un mes de fundada la ciudad de Vera, en parte del cual expresaba: “…e cuatro leguas hacia la ciudad de San Juan de Vera río en medio”.
Esta nueva denominación dada por el adelantado no fue aislada ni ocasional, la vuelve a reiterar en el año 1594 en otro documento que redacta cuando ya se encontraba en España, en él, certificaba los servicios de don Francisco de Irarrázaval y Andía que fue su compañero en la fundación de la ciudad de Vera, documento en el cual también la denomina “ciudad de San Juan de Vera” y más tarde hace lo mismo en un poder que otorga en el año 1604 a Juan de Guerra para que en su nombre solicite al Cabildo de la ciudad de Vera los testimonios de la fundación de “la ciudad de Sant Joan de Vera en las Siete Corrientes”.
Un documento muy peculiar emanado del teniente de gobernador Alonso de Vera y Aragón nos da con más lujos de detalles el nombre de la ciudad, de la provincia donde se hallaba emplazada y los límites que ésta tenía. El documento fue expedido en el año 1591 cuando se realizó el primer reparto de tierras para labranza a los pobladores de la Ciudad de Vera, porque fue a partir de este año que los pobladores comenzar a cultivar las tierras colindantes a la traza urbana de la ciudad, gracias al castigo ejemplar que se hizo de los indios que cercaron el fuerte de la ciudad con el propósito de destruirla. En el encabezamiento del citado documento se expresaba lo siguiente:
“En el nombre de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero, y de la gloriosa Virgen Santa Maria Señora Nuestra, y del Rey Don Felipe nuestro señor, yo Alonso de Vera y Aragón, capitán general, justicia mayor de esta ciudad de Vera, provincias de las Siete Corrientes, Paraná, Uruguahi, Tape hasta la mar del Norte, San Francisco y Viaza y Guairá por el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón, gobernador capitán general y justicia mayor de todas estas provincias del Río de la Plata…”
Muy a pesar del nombre oficial que tuvo la Ciudad de Corrientes en su fundación, éste se fue transformando con el devenir de los años por el capricho de los hombres que lo fueron transformando a su gusto y a lo que les resultaba más práctico y representativo. Tuvo una incidencia notable en ello la característica particular del paraje donde estaba emplazada la ciudad, comúnmente conocido por todos como el paraje de las Siete Corrientes, por las corrientes que se formaban en el río al pasar las aguas por las siete puntas naturales que sobresalían de su costa.
Esta particularidad del paraje queda corroborada por varios documentos, entre los cuales podemos citar a la relación que el franciscano fray Juan de Rivadeneira entrega al Consejo de Indias en el año 1581, donde se expresa: “hasta las 7 corrientes”; o la carta del capitán Alonso de Vera y Aragón dirigida al rey de España, fechada en Santa Fe a 15 de junio de 1587, donde se expresa: “Juan de torres Navarrete teniente general de estas provincias en nombre de Vuestra Alteza me mando haga una población en nombre de Vuestra Alteza en las Siete Corrientes”; o en la comisión expedida por el adelantado a Hernandarias de Saavedra el 25 de enero de 1588, donde se expresa: “provincia de las Siete Corrientes”, o en el acta de fundación, donde se expresa: “en el sitio que llaman de las Siete Corrientes”.
Gracias al minucioso estudio de la documentación existente, he logrado determinar que la costumbre de añadir el nombre del paraje a continuación del nombre propio de la ciudad comenzó a utilizarse en documentos expedidos fuera de la ciudad de Vera. De las pesquisas realizadas, he logrado hallar los siguientes testimonios:
1) Un poder expedido el 7 de marzo de 1591 en la ciudad de Santa Fe a Manuel de Frías, otorgado por don Gonzalo Gutiérrez de Figueroa, juez pesquisidor de la Real Audiencia de la Plata contra los culpables de la muerte de don Gonzalo Martel de Guzmán en la ciudad de Santa Fe, donde se la denomina simplemente Siete Corrientes.
2) Un testamento otorgado el 27 de septiembre de 1595 en la ciudad de la Asunción por Catalina Gómez, donde se la denomina ciudad de Vera en las Corrientes.
3) Un mandamiento expedido por el capitán Diego Núñez de Prado, alcalde ordinario de la ciudad de la Asunción, el 27 de noviembre de 1596 en la ciudad de la Asunción, contra Francisco Ortiz de Leguizamo, vecino de la ciudad de San Juan de Vera en las Corrientes.
4) Un titulo de teniente de gobernador de la ciudad de Vera de Jácome Antonio, expedido el 20 de septiembre de 1598 en la ciudad de la Asunción por el gobernador Hernandarias de Saavedra, que se encuentra incorporado en las Actas del Cabildo de la ciudad de Vera, donde se la denomina ciudad de San Juan de Vera en las Corrientes y ciudad de Vera.
Amén del nombre oficial que le fue dado por su fundador a la ciudad y del paraje en el que estaba asentada, tuvo además la Ciudad de Corrientes un nombre guaraní del cual son escasos los testimonio que podemos hallar en documentos oficiales, nombre que fue conservado por sus habitantes desde los tiempos más remotos y que en la actualidad se utiliza como apelativo y representativo de toda la provincia de Corrientes. Taragui es el nombre guaraní de la Ciudad de Corrientes, que tiene su origen en las características lagartijas que en abundancia poblaban y pueblan los peñascos y riberas del paraje de las Siete Corrientes. Para corroborarlo, he logrado hallar tres valiosos testimonios inéditos que sustentan mis afirmaciones. El primer testimonio data del año 1597, cuando el gobernador Juan Ramírez de Velasco expide al capitán don Antonio de Añasco su nombramiento de teniente general de la gobernación del Río de la Plata, para que desempeñe su cargo y oficio en las cinco ciudades de su gobernación, ciudades a las cuales denomina de la siguiente manera en el documento: “Asunción y Concepción y Taraguiron, Ciudad Real y Xerez y la Villa Rica del Espíritu Santo”. El segundo testimonio data del año 1602, ocasión en que el carpintero Francisco López Ortiz, vecino de la Ciudad de Vera, otorga su testamento en la ciudad de la Asunción donde ocasionalmente se encontraba trabajando en la fabrica de la Iglesia Mayor de esa ciudad, documento en el cual, al referirse a su hija expresa lo siguiente: “Beatriz Ortiz, la cual está casada con Jerónimo de Ibarra vecino de la ciudad de Taraguyro de esta gobernación”. El último testimonio que he hallado, proviene del licenciado don Francisco de Alfaro, un funcionario real que fue comisionado por la Real Audiencia de la ciudad de la Plata para recorrer la gobernación y observar el trato que se le daba a los indios encomendados a los españoles, en su informe sugirió la división de la gobernación del Río de la Plata en dos gobernaciones independientes, expresándose al respecto en estos términos: “el otro gobierno del Paraguay podría comenzar desde la ciudad de Vera que por otro nombre llaman Corrientes y por el de los indios Taragui, este gobierno tendría esta ciudad y la del Paraguay, que es la Asunción, y las del Guairá, la villa de Jerez y no había poco si las visitara cada dos años”.
Ahora bien, ¿que significa Taragui y por qué se utilizaba este vocablo guaraní para denominar al paraje donde estaba asentada la ciudad de Vera? En los años 1639 y 1640 el jesuita Antonio Ruiz de Montoya publica en Madrid el Tesoro de la Lengua Guaraní y el Arte y Vocabulario de la Lengua Guaraní, obras en las que el autor logró por primera vez contextualizar social y culturalmente las palabras del idioma guaraní, reflejando la cosmovisión de los que la hablaban y se comunicaban en esta lengua. En la primera de ellas, refiere en la página 356 que Taragui significa lagartija, definición ésta que me fuera ratificada luego por el padre jesuita Bartomeu Melià, especialista en estudios etnohistóricos y la mayor autoridad de la lengua guaraní en la actualidad, quien me manifestó que: “Taragui ha sido siempre lagartija y creo que en Corrientes no han de faltar”.
Me llama poderosamente la atención la indiferencia y desconocimiento que se tiene en nuestra provincia del origen y verdadero significado del vocablo Taragui, pues además de pretender desvirtuar su significado, atribuyéndole rebuscadas interpretaciones, nunca se lo reconoció como el nombre guaraní de la Ciudad de Corrientes, lo que motivó además una apatía generalizada de nuestras tímidas y escurridizas lagartijas, excluyéndolas de cualquier representación iconográfica de nuestra cultura, siendo que ellas fueron las que dieron el nombre guaraní a nuestra primitiva ciudad. Esta apatía y desconocimiento de su origen y significado ha llevado a que erróneamente hoy día el vocablo Taragui sea representativo de toda nuestra provincia y que se hayan emplazado monumentos que nada tiene que ver con el significado de la expresión.
Nuestro querido historiador Manuel Florencio Mantilla realizó una sorprendente autointerpretación del vocablo guaraní Taragui, que luego fue imitada y seguida por no pocos escritores e historiadores. Mantilla sostiene que “Los aborígenes de las cercanías denominaban la ciudad Taraguî, que significa pueblo cercano. La palabra se compone: de taba, pueblo, y de aguî, cerca, próximo. La b de taba se muda en r por singularidad de la lengua guaraní, y por la misma causa desaparece una a”. Me resulta extraño que Mantilla haya llegado a estas rebuscadas conclusiones, siendo que en su Crónica Histórica menciona que ha leído el Tesoro de la Lengua Guaraní del padre Ruiz de Montoya, donde ya manifesté que claramente se expresa que Taragui significa lagartija.
Dejando de lado los testimonios documentales, voy a repasar ahora los testimonios publicados por antiguos cronistas que se ocuparon de este asunto. Existe un testimonio muy antiguo que ha pasado inadvertido a los historiadores de estas latitudes, una obra manuscrita titula Compendio y descripción de las Indias Occidentales, cuyo autor fue un religioso español de la orden de los Carmelitas Descalzos llamado fray Antonio Vázquez de Espinosa, que recorrió América entre los años 1608-1622. El manuscrito de esta obra, que su hallazgo fue considerado el más grande acontecimiento bibliográfico de carácter histórico del siglo veinte, permaneció archivado en la Colección Barberiniana de la Biblioteca Vaticana hasta que el notable latinista norteamericano Charles Upson Clark de la Smithsonian Institution lo descubrió por el año de 1918 y lo publicó completo por primera vez en el año 1948. Es por ello que no estuvo antes al alcance de los historiadores de nuestro país, e incluso hoy día pocos la conocen. En ella se encuentra una rica descripción de las ciudades del Río de la Plata realizadas por un testigo ocular de sobrada capacidad, que en parte de su obra describe lo que vio e indagó sobre la Ciudad de Corrientes y en parte de su manuscrito nos dice:
“De la ciudad de ciudad de la asumpcion, para ir al distruito de buenos ayres se buelve a vaxar el Rio auaxo de las Siete Corrientes, donde esta fundada la ciudad de San Joan de vera de hasta 40 vezinos Españoles, en vnas varrancas sobre el Rio de la plata, llamese esta ciudad en lengua de indio Taraguirô, que quiere decir lagartija, tambien le llaman de ordinario de las Siete Corrientes, por estar fundada la ciudad sobre vna alta varranca, que tiene siete puntas, que por ellas, y las juntas de los Rios se hazen siete remolinos, por cuia causa le dan este nombre.”
Este corto y preciso discurso de fray Antonio Vázquez de Espinosa, nos aclara con simpleza las denominaciones de la Ciudad de Corrientes en esos tiempos, dilucidando el significado de su nombre Guaraní y el porqué de las Siete Corrientes. Detalla además donde estaba asentada la ciudad y nos dice el numero de vecinos que en ese tiempo habitaban la ciudad de Vera. Aunque en el manuscrito no se especifica la fecha de su visita a la ciudad de San Juan de Vera, puedo estimar que la debió realizar en el año 1618, pues se sabe que en ese año estuvo también en las ciudades de Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja, en el año 1619 ya se encontraba en Lima (Perú) y en el año 1622 emprendió su regreso a España. Fue muy grato para mí conocer el contenido de este manuscrito, pues por él se ven respaldadas todas las afirmaciones que he venido manteniendo durante mucho tiempo y que las he reflejado en publicaciones anteriores a ésta.
Existen otros testimonios más modernos que se ocupan de explicarnos el porque del nombre de nuestra ciudad y del paraje donde estaba emplazada. El primero de ellos corresponde al maestre de campo don Bernardino López Luján, lugarteniente de gobernador de la ciudad de las Corrientes, que en su informe remitido el 12 de febrero de 1760 al gobernador don Pedro de Zeballos expresaba lo siguiente:
“Fundó la sobredicha cuidad el adelantado licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, gobernador y capitán general de las provincias del Río de la Plata, y con el titulo y nombre de ciudad el año del Señor de 1588 día 3 de Abril domingo de la Resurrección de Lázaro, dando principio á la fundación por un fuerte que fabricaron así para la defensa de los mismos pobladores como para el resguardo y refresco de las embarcaciones que navegan los dos dilatados ríos Paraguay y Paraná desde el puerto de Buenos Aires al de la Asunción. Del mismo adelantado Juan de Torres de Vera tomó la ciudad el nombre y el apellido, llamándose desde entonces la ciudad de San Juan de Vera, y se añadió el segundo de las Siete Corrientes por las que forman el río Paraná estrellando sus aguas en los siete puntos que le entran de tierra. Su primer teniente capitán general y Justicia Mayor fue Don Alonso de Vera y Aragón, nombrado por el mismo adelantado.”
Por su parte el jesuita José Quiroga, que en el año 1752 hizo un reconocimiento del río Paraguay desde la boca del Xauru hasta su confluencia con el Paraná, también aporta lo suyo. Este documento fue publicado por el padre Domingo Muriel en el apéndice de su versión latina de la Historia del Paraguay del padre Charlevoix. Refiriéndose a la ciudad de Corrientes decía lo siguiente:
“Llámase ciudad de las Siete Corrientes, porque el terreno en donde está la ciudad, hace siete puntas de piedra, que salen al río, en las cuales la corriente del Paraná es más fuerte.”
Y unos años más tarde el jesuita José Guevara también se refiere al origen del nombre del paraje de las Siete Corrientes, tomando como base los dichos del padre Quiroga y rectificando a los que en ese tiempo tenían una opinión equivocada:
“El padre Quiroga hablando del origen del nombre de Siete Corrientes dice: La ciudad de las Siete Corrientes tiene este nombre, no como creyeron algunos por juntarse allí en corta distancia muchos ríos, sino por estar fundada en un plano alto que hace siete puntas que entran con sus ángulos de piedra en el río Paraná, en las cuales puntas hay una corriente muy fuerte que imposibilita la subida a los barcos, que se acercan a ellas, y así para subirlas es necesario tomar el rumbo por medio de ellas.”
Mudando el siglo, estas particularidades fueron advertidas y transmitidas con el correr de los tiempos por ocasionales viajeros e historiadores que nos visitaron, como es el caso del naturalista francés Alcides Dessalines d'Orbigny, que visitó la Ciudad de Corrientes en el año 1827 y dejó expresado en su obra Viajes a la América Meridional que “el gran número de lagartos que cubrían los peñascos ribereños, ha dado a ese lugar el nombre de Taragui por los indios, nombre que emplean aún hoy”. Y ya en el siglo XX, el historiador Vicente Quesada nos decía en su obra La Provincia de Corrientes, que “la ciudad de Corrientes era conocida por los guaraníes con el nombre de Taragui, por las muchísimas lagartijas que se abrigan en las hendiduras de las paredes, los tejados y los patios, la abundancia de este reptil llamado en guaraní taragui, fue el origen de esta denominación”, opinión que vuelve a confirmar Francisco Latzina en su Geografía de la República Argentina, donde expresa que “los guaraníes que esta provincia en los tiempos de la conquista, llamaban a la ciudad de Corrientes, Taragüy, a causa de los numerosos lagartos que solían abrigarse en las rendijas de las murallas”.
Como queda demostrado, por todos los antecedentes que aquí presento, con el tiempo fue prevaleciendo el nombre del paraje en el cual estaba asentada la ciudad por sobre el nombre propio que le fuera dado a la ciudad en la fundación, y fue así que la ciudad que se fundó con el nombre de Ciudad de Vera, pasó a llamarse con el tiempo San Juan de Vera; San Juan de Vera en las Corrientes; o San Juan de Vera de las Corrientes; o San Juan de Vera de las Siete Corrientes, o las Corrientes y finalmente quedó solamente Corrientes.
Del análisis de las Actas Capitulares del Cabildo de la ciudad, se puede advertir que hasta el 30 de octubre de 1598 se respetó sin excepciones la denominación de ciudad de Vera, costumbre que perduró con algunas excepciones a partir de esa fecha y hasta el año de 1609 aproximadamente. A partir del año 1610 se la comienza a denominar a la ciudad San Juan de Vera, con algunas excepciones, y desde 1682 ya se la denomina San Juan de Vera de las Siete Corrientes. El nombre de ciudad de las Corrientes o Corrientes comenzaría a tomar fuerzas a partir del año 1764 aproximadamente.
Conferencia de Gustavo Sorg del 03/11/2009 sobre el origen del nombre de la Ciudad de Corrientes en el Museo Histórico de Corrientes
11 comentarios:
gracias!!!!,
había escuchado cada cosa
sería bueno q' lo sepan los dueños y ejecutivos de Las Marías (si los viito algún día en Gobernador Virasoro se los haré saber a varios)
Excelente trabajo! Ha sido un gran placer leerlo. Muchas gracias.
Muchas gracias!
Excelente!! Felicitaciones!!!!
Señor, me saco el sombrero. Me impresionó su trabajo, la minuciosidad en la búsqueda de datos. Muy bien escrito. Buen trabajo para traer del olvido el origen guaraní del nombre. Tiene otro sentido para mi ahora la frase "Corrientes es Taragüí". Muchas Gracias.
Muy buen trabajo. La única crítica constructiva que le hago es que sería mucho más completo si agregará las fuentes bibliográficas de esta investigación.
Gracias Maira Peralta, las fuentes están citadas en mi publicación: “El nombre de la ciudad de Corrientes y el verdadero escudo de armas del fundador de la ciudad de Vera”, Revista N° 4, Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes, Corrientes, 2009. Presentación: Corrientes, 9/12/2009
Muy completo y explícito. Buen trabajo.
Gustavo, felicitaciones!! Exelente trabajo . Soy de Uruguay pero vivi en el Paraguay algunos años y aprendí algo de guarani. Me encanta la historia de las americas y el origen de sus pueblos. Me encanta corrientes su musica y cultura y siempre quise saber porqué le cantaban al "taragui" relacionandolo con su pago o su tierra. Y que tenian que ver las lagartijas con su corrientes porá. Ahora se gracias a tí. Recibe un fuerte abrazo y el mejor de los exitos en todos tus emprendimientos. Gracias, mil gracias. Carlos el sanducero.
Que bueno que podamos conocer el orige del nombre de nuestra provincia!!!muy buen trabajo!!!
Excelente informe
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