sábado, septiembre 20, 2014

A MI QUERIDO AMIGO ROBERTO QUEVEDO PFANNL Q.E.P.D.



El 19 de septiembre de 2014 falleció en la ciudad de la Asunción mi querido amigo Roberto Quevedo a la edad de 83 años. Su partida deja un vacío imposible de llenar en el campo de las investigaciones coloniales de las que era muy entusiasta y motivador. Fue para mi un ejemplo a imitar desde mis primeros pasos como investigador. Mis mas sinceras condolencias para su esposa Marta y para toda su familia.

domingo, abril 04, 2010

La fundación de la Ciudad de Corrientes

Cuadro que simboliza la Fundación de la Ciudad de Vera
El día 3 de abril se recuerda en la Ciudad de Corrientes al día de su fundación. Paradójicamente este día no es festivo y la rutina de la ciudad transcurre con total normalidad hasta el 3 de mayo, en que se lo conmemora conjuntamente con la Cruz del Milagro. Para entender el porqué de este asunto, se debe recurrir a los antecedentes que así lo dispusieron. En el acta capitular del 1° de abril de 1773, las autoridades del Cabildo, anticipándose al día de la conmemoración de la fundación expresaban lo siguiente:

…el tres del corriente [abril] es el que celebra la festividad de la Santa Cruz de los Milagros, función establecida desde la fundación de esta ciudad, en conmemoración de haber sido dicho día el en que se enarboló el Real Estandarte y tomaron posesión las armas españolas de estas tierras y de los notorios milagros con que ha manifestado dicha Santa Cruz su protección…

El documento expresa claramente que en el día 3 de abril se celebraban ambos acontecimientos, la fundación de la ciudad y el Milagro de la Cruz, así se hizo desde los tiempos más remotos, como lo acreditan otros documentos. La primera modificación de la fecha de esta festividad tendría lugar en el año 1805 cuando el obispo de Buenos Aires Lué y Riega visitó nuestra ciudad y no quedó conforme del modo en que se desarrollaban las festividades, pues se mezclaba en ella lo espiritual con otras actividades de esparcimiento y júbilo por la fundación y el triunfo sobre los naturales que consideraba incompatible con el sentido espiritual de la iglesia. Como consecuencia de ello dictó un decreto con fecha 23 de julio de 1805 en el que disponía que la conmemoración de la Cruz del Milagro se trasladase perpetuamente al 3 de mayo, para así apartarlo de la conmemoración de la fundación, fecha en que la Iglesia Católica celebra la Invención de la Cruz en que Jesucristo nos redimiera. Este decreto fue presentado al Cabildo de la ciudad el 10 de febrero de 1806 y desde ese momento se conmemoro el Milagro de la Cruz el 3 de mayo, hasta que en el año 1815, el gobernador José de Silva decretó que la conmemoración de la Cruz del Milagro fuese vuelta a su fecha original “en memoria y reverencia del milagro que obró aquel día, el año de la población de la ciudad”. La fecha fue nuevamente modificada durante la gestión del gobernador Pedro Ferré que la vuelve al 3 de mayo conforme al decreto del obispo Lué y Riega. Esta fecha quedará ratificada luego en el año 1849 por un concordato celebrado entre fray Bernardo Diez, delegado eclesiástico de la provincia de Corrientes, y el gobernador Benjamín Virasoro, en el que se establecen los días festivos religiosos para nuestra provincia y se fija el 3 de mayo para la celebración del día de la Cruz del Milagro. Como vemos, la polémica siempre giró en torno a la fecha de la celebración de la Cruz del Milagro.

Corrientes es una de las ciudades más antiguas de la República Argentina que tiene el privilegio de conocer con detalles el día de su nacimiento, pues posee un certificado que lo acredita, su Acta de su Fundación rubricada por las autoridades de su primer Cabildo. En ella, consta que fue fundada el domingo 3 de abril de 1588 por el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón en nombre de su Majestad el rey de España, es por ello que resulta absurdo que no se declare festiva esta fecha y se postergue su conmemoración hasta el día 3 de mayo en que se conmemora a la Cruz del Milagro.

Grabado de Ricardo G. Schroeder del Altar de la Cruz
Esta costumbre de vincular estrechamente el día de la fundación de la ciudad con la celebración de la Cruz del Milagro esta muy arraigada en la comunidad, sin embargo, no debe confundirse una cosa con la otra, pues se refieren a dos cosas totalmente diferentes, la primera, el 3 de abril, a la conmemoración de un acto solemne de carácter administrativo por el cual se dio origen y se constituyó legalmente nuestra ciudad, y la segunda, el 3 de mayo, a la celebración de una festividad de carácter religioso que tiene sus orígenes en la celebración religiosa de La Invención de la Santa Cruz, fecha a la que se recurre por ser incierto el día en que ocurrió el Milagro de la Cruz. Resulta entonces necesario que algún día las autoridades municipales reconozcan el valor simbólico que tiene el 3 de abril para nuestra ciudad y se la incorpore al cronograma de días festivos.

Hace casi 500 años, el territorio que abarca la actual provincia de Corrientes estaba comprendido dentro de los límites de la gobernación de las provincias del Río de la Plata, según quedó establecido en la Capitulación que el rey de España firmó en Toledo el 21 de mayo de 1534 con el adelantado don Pedro de Mendoza. En lo que respecta al territorio de la actual República Argentina y a la antigua gobernación del Río de la Plata, las primeras ciudades que se fundaron en él fueron: Santa Fe (1573), Buenos Aires (1580), Concepción del Bermejo (1585) y Corrientes (1588), todas ellas fueron pobladas por conquistadores españoles y mestizos que salieron de la ciudad de Asunción (Paraguay) que en ese entonces era la ciudad cabecera de la gobernación. Estas corrientes fundacionales comenzaron a gestarse durante la gobernación del adelantado Juan Ortiz de Zárate, pues estaba obligado a ello por las capitulaciones que había firmado con el rey. Sin embargo, Ortiz de Zarate no pudo cumplir con su compromiso, pues falleció al poco tiempo de llegar a su gobernación y solo llegó a fundar la ciudad de San Salvador que tuvo muy poca suerte y no prosperó.

Retomó este compromiso el adelantado sucesor, el licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, por su casamiento con doña Juana de Zarate, hija y universal heredera del adelantado Juan Ortiz de Zarate. Su gobierno estuvo marcado por los contratiempos que le ocasionó su casamiento con la rica heredera, pues eran varios los que aspiraban a la gobernación y sus bienes, entre ellos, sobresalió el virrey don Francisco de Toledo que se encargó de hacerle la vida imposible al nuevo adelantado, privándolo por mucho tiempo de pasar al territorio de su gobernación. Por este motivo, el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón debió delegar el mando en sus tenientes, para que ellos en su nombre ejercieran el gobierno. Es así que por sus instrucciones y en su nombre el general Juan de Garay funda en el año 1580 la ciudad de la Trinidad y puerto de Buenos Aires y en el año 1585 el capitán Alonso de Vera y Aragón funda la ciudad de la Concepción del Río Bermejo (hoy desaparecida).

Si bien la persecución política a que estaba sometido el adelantado comenzó a cesar con el alejamiento del cargo del virrey Toledo, su situación no mejoraría de inmediato, pues recaían sobre él engorrosos pleitos y demandas pergeñadas por sus émulos. En el año 1587 su situación procesal mejoró y se le permite visitar las ciudades de su gobernación, inmediatamente se dirige desde la ciudad de la Plata (hoy Sucre) en donde estaba retenido con destino a la ciudad de la Concepción del Río Bermejo, donde es recibido por su sobrino el capitán Alonso de Vera y Aragón, apodado el cara de perro, que posteriormente lo escolta hasta la ciudad de la Asunción. En esta ciudad se dedicó a tomar cuenta de la administración de los oficiales reales, a pacificar los límites de la ciudad que de continuo eran acosados por los indios guaicurúes y a los preparativos para la fundación de una ciudad en el paraje de las Siete Corrientes, empresa en la cual ya se encontraba trabajando su otro sobrino el capitán Alonso de Vera y Aragón, apodado el Tupí.

En este punto debo hacer unas aclaraciones sobre el clima reinante en la gobernación. A la muerte del general Juan de Garay, teniente general de la gobernación, lo sucedió en el cargo el general Juan de Torres Navarrete, primo hermano del adelantado, que era fielmente asistido por tres sobrinos del adelantado, los tres llamados Alonso de Vera y Aragón. Esta situación generó cierto malestar entre algunos conquistadores que veían con malos ojos que todo el poder esté concentrado en familiares del adelantado, pero en realidad lo que más les molestaba era la pujanza que tenían para llevar adelante las empresas y hacer cumplir sin discusión las instrucciones del adelantado. El conquistador Juan Caballero de Bazán, un prófugo de la armada de Sotomayor que iba con destino a Chile, fue el que encabezó la conspiración para alejar del mando a los parientes del adelantado, para ello recurrió a la Real Audiencia de la ciudad de la Plata y obtuvo ciertas resoluciones a su favor que posteriormente tendrían un efecto diferente en las ciudades de la gobernación, pues solo prosperó su intención tiempo mas tarde en la ciudad de Asunción.

Por el mes de enero de 1588, el adelantado despachó por vía terrestre al capitán Hernandarias de Saavedra con el ganado vacuno que serviría de sustento a la nueva población, empresa muy difícil de concretar y que sólo podía ser coronada por éxito por Hernandarias, quien además era ya un caudillo entre los conquistadores y mancebos de Asunción. Fue precisamente por su calidad de caudillo que el adelantado debió requerir su intervención para reclutar pobladores para la nueva ciudad. Paralelamente ya se encontraba trabajando desde por lo menos el mes junio de 1587 en el paraje de las Siete Corrientes el capitán Alonso de Vera y Aragón, el Tupí, con un grupo de aproximadamente 28 soldados.

El capitán Alonso de Vera y Aragón fue el verdadero precursor de esta población, las instrucciones para realizarla las había recibido del general Juan de Torres Navarrete que entonces se desempeñaba de teniente general de gobernación del adelantado. Las primeras cosas necesarias para la población las trajo de la costa del Brasil en un navío de su propiedad, así lo comunicaba al rey en su carta del 15 de junio de 1587. Luego se encargó de explorar el lugar y hacer contacto con las tribus comarcanas que lo habitaban, con las cuales hizo las paces. Se encargó de preparar el terreno y elegir el sitio adecuado para la traza de la ciudad, donde seguramente realizaron algún trabajo de desmonte, pues a la llegada del adelantado todo el sitio ya estaba delineado. Esta avanzada de conquistadores tenía su base de operaciones en una empalizada que habían construido en las inmediaciones de la playa Arazaty, al que denominaban Pucará, expresión de la lengua quechua que significa fortaleza, nombre que seguramente fue puesto por el Tupí, pues el había nacido en el Cuzco y su madre era una indígena de nación Inca.

A fines del mes de marzo el adelantado y su comitiva partieron de Asunción a bordo de una carabela, en otras embarcaciones iban los demás pobladores con sus familias y sus pertenencias. El día 28 de marzo fueron alcanzados por el escribano Juan Canteros que portaba una provisión de la Real Audiencia por la cual se determinaba que cesasen en el mando los parientes del adelantado, el adelantado con buen tino las recibió pero se escuso de obedecerlas por el momento, porque consideraba injusto que se separase de los cargos a las personas que tanto habían trabajado en las poblaciones que se hicieron y la que se estaba llevando adelante. Prosiguió su viaje y debió llegar al paraje de las siete Corrientes algunos días previos a la fundación.

Finalizados los preparativos, se dio inicio a la solemne ceremonia en la madrugada del domingo 3 de abril de 1588, el adelantado, siguiendo el procedimiento que marcaba la ley, procedió con las formalidades de rigor y declaró fundada la Ciudad de Vera en nombre del rey de España, seguidamente eligió las autoridades de su primer Cabildo y señaló la traza de la ciudad, el sitio para la plaza y para la iglesia. Luego se procedió al reparto de solares a los pobladores que quedó asentado en un padrón de repartos de solares, documento que hoy se encuentra perdido.

Firma del adelantado Torres de Vera y Aragón
Firma del adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón

El día 4 de abril se realizó la primera reunión del Cabildo con la asistencia del adelantado que dejó estampada su firma en un acta que se resguarda en el Archivo Histórico de la ciudad. En esta reunión se determinaron cuales eran las cosas más necesarias para la ciudad y se nombró un procurador para que vaya a la ciudad de Asunción en procura de ellas, entre las cuales se solicitaba un religioso que atienda las necesidades espirituales de los pobladores. El adelantado permaneció en la ciudad hasta la mañana del 7 de abril, oportunidad en que se embarcó con destino a la ciudad de Santa Fe. Dejó por su teniente de gobernador a su sobrino al capitán Alonso de Vera y Aragón, el Tupí, quien luego de retirado el adelantado se presentó al Cabildo con su nombramiento para asumir el gobierno de la ciudad, cargó que desempeñó hasta el año 1596.

La provisión de la Real Audiencia que pretendía impedir que los parientes del adelantado desempeñaran cargos no tuvo efecto en la Ciudad de Vera, pues los propios pobladores se encargaron de requerir por medio de un procurador que se mantenga en el cargo al Tupí, pues era un buen gobernante y ejercía su cargo con total aprobación de todos los pobladores. Reproduzco a continuación un segmento de la carta del Cabildo de la Ciudad de Vera a la Real Audiencia en la que solicitan se mantenga en su cargo al capitán Alonso de Vera y Aragón en donde se hace una breve y bella relación de lo acontecido hasta ese momento y se insinúa el suceso del milagro de la Cruz:

...El licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, vuestro gobernador de estas provincias, fundó esta Ciudad de Vera en nombre vuestra Majestad, y en ella nos dejó, cuando se fue a los reinos de España a dar aviso a vuestra Majestad del estado de estas provincias, a Alonso de Vera y Aragón, su sobrino, por capitán general y justicia mayor de esta ciudad y Provincias del Paraná y Uruguay y el Tape, por haberse asentado con él los soldados pobladores y conquistadores que vinieron a esta población y conquista cuando se pregonó en la ciudad de la Asunción esta población en vuestro Real nombre, y después acá siempre ha administrado justicia y ha traído nueve naciones de indios, al servicio de Dios Nuestro Señor y de vuestra Majestad, por su buena maña e industria, poniéndolos en policía del conocimiento de Dios Nuestro Señor y obediencia y servidumbre de vuestra Majestad, y mediante los dichos indios esta dicha ciudad va en aumento, porque nos van sirviendo en la conquista y población de esta ciudad, y así fue Nuestro Señor servido para que se tuviese victoria con los indios guaraníes, que hacían muchos desastres por navegación y camino, en cierta batalla que se tuvo con ellos y conseguida la victoria, por ser indios tan belicosísimos, se ha asegurado este camino que desde antes se suele andar con copia de gente, se andan ahora los hombres solos. Esperase que sea una de las poblaciones mas fértil que ha habido en esta provincia y más necesaria por estar en medio de las ciudades de esta provincia, donde era la ladronera de los indios belicosos, y ampara la conservación de ella. Esta ciudad, vecinos y moradores de ella, suplica a vuestra Majestad sea servido mandar reformar la provisión que trajo Juan Caballero del capítulo de corregidores, porque el dicho Alonso de Vera nos gobierna en mucha uniformidad de todos los soldados y vecinos de ella, sin hacer agravio a nadie y mucho recogimiento, sin haber dado nota de su persona, porque así conviene al Real servicio de vuestra Majestad...

Carta del 20 de agosto de 1588 a la Real Audiencia

Los primeros años de la población fueron los más difíciles, pronto se comenzó a sentir la hostilidad de los indios guaranies del río Paraná arriba que eran llamados paranaes, indios muy belicosos e indómitos. Esto motivó que los pobladores por largo tiempo no pudieran establecerse en sus solares y vivieran recluidos en el fuerte de la playa Arazaty. La primera desgracia sobrevino a la población en un paraje del río Paraná arriba adonde había ido un destacamento en procura de alimentos, allí sucedió la llamada matanza de la mandioca en un mandiocal natural en donde fueron emboscados por los indios que protagonizaron una gran matanza. Esta victoria relativa envalentonó a los indios paranaes, que en acuerdo con otros caciques decidieron ir a destruir la ciudad y matar a todos sus pobladores. Sucedió entonces el cerco al fuerte donde los pobladores sufrieron durante varios días las necesidades provocadas por el aislamiento, la lucha fue dura y al final los indios se dieron por vencidos y se retiraron.

Croquis de la Matanza de la Mandioca
Croquis de la Matanza de la Mandioca

Desafortunadamente muchas vidas se perdieron y todo el ganado vacuno que se había traído a la población se escapó y se internó en el monte. Para subsanar las necesidades ocasionadas por el cerco, el Tupí se dirigió a Asunción en busca de ayuda y ganado vacuno que trajo a su costa. Gobernaba en ese entonces en Asunción otro sobrino del adelantado también llamado Alonso de Vera y Aragón, el cual encargó a Hernandarias que vaya con un grupo de soldados en defensa de la ciudad. Llegado el Tupí a la Ciudad de Vera, se determinó ir en castigo de los indios que habían cercado el fuerte, y como Hernandarias no llegaba con la ayuda se determinó salir de todas formas con los soldados que había, pues si se esperaba mas tiempo los indios agresores se internarían en los montes y sería muy difícil dar con ellos. Los documentos de la época nos cuentan que el castigo fue ejemplar y gracias a él la ciudad se pudo desarrollar y los pobladores pudieron ocupar sus tierras y construir en ellas sus viviendas.

Valga este humilde homenaje dedicado a todos aquellos valientes primeros pobladores que se aventuraron con sus familias en este inhóspito paraje para dar inicio a nuestra ciudad.

viernes, noviembre 27, 2009

Visita del historiador Gustavo Sorg al Arzobispo de Corrientes

El 18 de agosto de 2009, el historiador Gustavo Sorg fue recibido en la sede del Arzobispado de Corrientes por el Arzobispo monseñor Andrés Stanovnik. Durante la visita, Gustavo Sorg le comunicó al Señor Arzobispo el avance de sus investigaciones en torno del origen en nuestra ciudad de la Iglesia Catedral y le dio a conocer los antecedentes documentales más antiguos sobre su erección y quienes fueron sus primeros benefactores.


Gustavo Sorg y el Arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik

miércoles, noviembre 04, 2009

El origen del nombre de la Ciudad de Corrientes

Como es de público conocimiento, el licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, adelantado y gobernador de las provincias del Río de la Plata, fundó la Ciudad de Vera en el paraje de las Siete Corrientes el domingo 3 de abril de 1588, como consta de su acta de fundación, donde en parte de ella se expresa: “…fundo y asiento y pueblo la ciudad de Vera en el sitio que llaman de las Siete Corrientes provincia del Paraná y el Tape…

Sobre el origen del nombre, ya no quedan dudas, el adelantado quiso perpetuar el apellido de su linaje en la ciudad que personalmente fundaba, por ello, deben quedar en el olvido todas aquellas insólitas hipótesis que pretendían atribuirle otros orígenes a su nombre, pues el razonamiento, antes que complejo debe ser simple. De igual manera, quiso el adelantado perpetuar el nombre de su terruño natal intitulando Nueva Estepa a una ciudad que debía fundarse en la boca del río Bermejo, para lo cual expidió el 4 de mayo de 1588 desde Santa Fe una Provisión a los capitanes Sebastian de León y Diego de Olavarri con el fin de que llevaran adelante esta fundación y que por la incapacidad y desinterés de los comisionados al efecto nunca se realizó. La Provisión en parte de su texto expresaba lo siguiente:

…dentro de tres años poblareis y fundareis, en nombre de su Majestad e mía, en su real nombre en el río Bermejo… podáis ir a la boca del dicho río Bermejo, y en la boca de él, o en la parte que os pareciere más cómoda, fundareis y poblareis una villa, la cual se intitule y llame la villa de la Nueva Estepa

Como era costumbre en esos tiempos, cuando el fundador intitulaba la ciudad que fundaba, al nombre propio le precedía o seguía el nombre de una virgen, santo o dogma de la iglesia católica, pero en el caso de la ciudad de Vera no se consignó tal peculiaridad en su acta de fundación, situación ésta que fue rápidamente enmendada por su fundador agregándole al poco tiempo el santo de su nombre, por lo cual la ciudad quedó intitulada San Juan de Vera, al menos así lo consignó el adelantado cuando hizo referencia a ella en un documento expedido en la ciudad de Santa Fe a 4 de mayo, a tan solo un mes de fundada la ciudad de Vera, en parte del cual expresaba: “…e cuatro leguas hacia la ciudad de San Juan de Vera río en medio”.

Esta nueva denominación dada por el adelantado no fue aislada ni ocasional, la vuelve a reiterar en el año 1594 en otro documento que redacta cuando ya se encontraba en España, en él, certificaba los servicios de don Francisco de Irarrázaval y Andía que fue su compañero en la fundación de la ciudad de Vera, documento en el cual también la denomina “ciudad de San Juan de Vera” y más tarde hace lo mismo en un poder que otorga en el año 1604 a Juan de Guerra para que en su nombre solicite al Cabildo de la ciudad de Vera los testimonios de la fundación de “la ciudad de Sant Joan de Vera en las Siete Corrientes”.

Un documento muy peculiar emanado del teniente de gobernador Alonso de Vera y Aragón nos da con más lujos de detalles el nombre de la ciudad, de la provincia donde se hallaba emplazada y los límites que ésta tenía. El documento fue expedido en el año 1591 cuando se realizó el primer reparto de tierras para labranza a los pobladores de la Ciudad de Vera, porque fue a partir de este año que los pobladores comenzar a cultivar las tierras colindantes a la traza urbana de la ciudad, gracias al castigo ejemplar que se hizo de los indios que cercaron el fuerte de la ciudad con el propósito de destruirla. En el encabezamiento del citado documento se expresaba lo siguiente:

En el nombre de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero, y de la gloriosa Virgen Santa Maria Señora Nuestra, y del Rey Don Felipe nuestro señor, yo Alonso de Vera y Aragón, capitán general, justicia mayor de esta ciudad de Vera, provincias de las Siete Corrientes, Paraná, Uruguahi, Tape hasta la mar del Norte, San Francisco y Viaza y Guairá por el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón, gobernador capitán general y justicia mayor de todas estas provincias del Río de la Plata…

Muy a pesar del nombre oficial que tuvo la Ciudad de Corrientes en su fundación, éste se fue transformando con el devenir de los años por el capricho de los hombres que lo fueron transformando a su gusto y a lo que les resultaba más práctico y representativo. Tuvo una incidencia notable en ello la característica particular del paraje donde estaba emplazada la ciudad, comúnmente conocido por todos como el paraje de las Siete Corrientes, por las corrientes que se formaban en el río al pasar las aguas por las siete puntas naturales que sobresalían de su costa.

Esta particularidad del paraje queda corroborada por varios documentos, entre los cuales podemos citar a la relación que el franciscano fray Juan de Rivadeneira entrega al Consejo de Indias en el año 1581, donde se expresa: “hasta las 7 corrientes”; o la carta del capitán Alonso de Vera y Aragón dirigida al rey de España, fechada en Santa Fe a 15 de junio de 1587, donde se expresa: “Juan de torres Navarrete teniente general de estas provincias en nombre de Vuestra Alteza me mando haga una población en nombre de Vuestra Alteza en las Siete Corrientes”; o en la comisión expedida por el adelantado a Hernandarias de Saavedra el 25 de enero de 1588, donde se expresa: “provincia de las Siete Corrientes”, o en el acta de fundación, donde se expresa: “en el sitio que llaman de las Siete Corrientes”.

Gracias al minucioso estudio de la documentación existente, he logrado determinar que la costumbre de añadir el nombre del paraje a continuación del nombre propio de la ciudad comenzó a utilizarse en documentos expedidos fuera de la ciudad de Vera. De las pesquisas realizadas, he logrado hallar los siguientes testimonios:

1) Un poder expedido el 7 de marzo de 1591 en la ciudad de Santa Fe a Manuel de Frías, otorgado por don Gonzalo Gutiérrez de Figueroa, juez pesquisidor de la Real Audiencia de la Plata contra los culpables de la muerte de don Gonzalo Martel de Guzmán en la ciudad de Santa Fe, donde se la denomina simplemente Siete Corrientes.

2) Un testamento otorgado el 27 de septiembre de 1595 en la ciudad de la Asunción por Catalina Gómez, donde se la denomina ciudad de Vera en las Corrientes.

3) Un mandamiento expedido por el capitán Diego Núñez de Prado, alcalde ordinario de la ciudad de la Asunción, el 27 de noviembre de 1596 en la ciudad de la Asunción, contra Francisco Ortiz de Leguizamo, vecino de la ciudad de San Juan de Vera en las Corrientes.

4) Un titulo de teniente de gobernador de la ciudad de Vera de Jácome Antonio, expedido el 20 de septiembre de 1598 en la ciudad de la Asunción por el gobernador Hernandarias de Saavedra, que se encuentra incorporado en las Actas del Cabildo de la ciudad de Vera, donde se la denomina ciudad de San Juan de Vera en las Corrientes y ciudad de Vera.

Amén del nombre oficial que le fue dado por su fundador a la ciudad y del paraje en el que estaba asentada, tuvo además la Ciudad de Corrientes un nombre guaraní del cual son escasos los testimonio que podemos hallar en documentos oficiales, nombre que fue conservado por sus habitantes desde los tiempos más remotos y que en la actualidad se utiliza como apelativo y representativo de toda la provincia de Corrientes. Taragui es el nombre guaraní de la Ciudad de Corrientes, que tiene su origen en las características lagartijas que en abundancia poblaban y pueblan los peñascos y riberas del paraje de las Siete Corrientes. Para corroborarlo, he logrado hallar tres valiosos testimonios inéditos que sustentan mis afirmaciones. El primer testimonio data del año 1597, cuando el gobernador Juan Ramírez de Velasco expide al capitán don Antonio de Añasco su nombramiento de teniente general de la gobernación del Río de la Plata, para que desempeñe su cargo y oficio en las cinco ciudades de su gobernación, ciudades a las cuales denomina de la siguiente manera en el documento: “Asunción y Concepción y Taraguiron, Ciudad Real y Xerez y la Villa Rica del Espíritu Santo”. El segundo testimonio data del año 1602, ocasión en que el carpintero Francisco López Ortiz, vecino de la Ciudad de Vera, otorga su testamento en la ciudad de la Asunción donde ocasionalmente se encontraba trabajando en la fabrica de la Iglesia Mayor de esa ciudad, documento en el cual, al referirse a su hija expresa lo siguiente: “Beatriz Ortiz, la cual está casada con Jerónimo de Ibarra vecino de la ciudad de Taraguyro de esta gobernación”. El último testimonio que he hallado, proviene del licenciado don Francisco de Alfaro, un funcionario real que fue comisionado por la Real Audiencia de la ciudad de la Plata para recorrer la gobernación y observar el trato que se le daba a los indios encomendados a los españoles, en su informe sugirió la división de la gobernación del Río de la Plata en dos gobernaciones independientes, expresándose al respecto en estos términos: “el otro gobierno del Paraguay podría comenzar desde la ciudad de Vera que por otro nombre llaman Corrientes y por el de los indios Taragui, este gobierno tendría esta ciudad y la del Paraguay, que es la Asunción, y las del Guairá, la villa de Jerez y no había poco si las visitara cada dos años”.

Ahora bien, ¿que significa Taragui y por qué se utilizaba este vocablo guaraní para denominar al paraje donde estaba asentada la ciudad de Vera? En los años 1639 y 1640 el jesuita Antonio Ruiz de Montoya publica en Madrid el Tesoro de la Lengua Guaraní y el Arte y Vocabulario de la Lengua Guaraní, obras en las que el autor logró por primera vez contextualizar social y culturalmente las palabras del idioma guaraní, reflejando la cosmovisión de los que la hablaban y se comunicaban en esta lengua. En la primera de ellas, refiere en la página 356 que Taragui significa lagartija, definición ésta que me fuera ratificada luego por el padre jesuita Bartomeu Melià, especialista en estudios etnohistóricos y la mayor autoridad de la lengua guaraní en la actualidad, quien me manifestó que: “Taragui ha sido siempre lagartija y creo que en Corrientes no han de faltar”.

Me llama poderosamente la atención la indiferencia y desconocimiento que se tiene en nuestra provincia del origen y verdadero significado del vocablo Taragui, pues además de pretender desvirtuar su significado, atribuyéndole rebuscadas interpretaciones, nunca se lo reconoció como el nombre guaraní de la Ciudad de Corrientes, lo que motivó además una apatía generalizada de nuestras tímidas y escurridizas lagartijas, excluyéndolas de cualquier representación iconográfica de nuestra cultura, siendo que ellas fueron las que dieron el nombre guaraní a nuestra primitiva ciudad. Esta apatía y desconocimiento de su origen y significado ha llevado a que erróneamente hoy día el vocablo Taragui sea representativo de toda nuestra provincia y que se hayan emplazado monumentos que nada tiene que ver con el significado de la expresión.

Nuestro querido historiador Manuel Florencio Mantilla realizó una sorprendente autointerpretación del vocablo guaraní Taragui, que luego fue imitada y seguida por no pocos escritores e historiadores. Mantilla sostiene que “Los aborígenes de las cercanías denominaban la ciudad Taraguî, que significa pueblo cercano. La palabra se compone: de taba, pueblo, y de aguî, cerca, próximo. La b de taba se muda en r por singularidad de la lengua guaraní, y por la misma causa desaparece una a”. Me resulta extraño que Mantilla haya llegado a estas rebuscadas conclusiones, siendo que en su Crónica Histórica menciona que ha leído el Tesoro de la Lengua Guaraní del padre Ruiz de Montoya, donde ya manifesté que claramente se expresa que Taragui significa lagartija.

Dejando de lado los testimonios documentales, voy a repasar ahora los testimonios publicados por antiguos cronistas que se ocuparon de este asunto. Existe un testimonio muy antiguo que ha pasado inadvertido a los historiadores de estas latitudes, una obra manuscrita titula Compendio y descripción de las Indias Occidentales, cuyo autor fue un religioso español de la orden de los Carmelitas Descalzos llamado fray Antonio Vázquez de Espinosa, que recorrió América entre los años 1608-1622. El manuscrito de esta obra, que su hallazgo fue considerado el más grande acontecimiento bibliográfico de carácter histórico del siglo veinte, permaneció archivado en la Colección Barberiniana de la Biblioteca Vaticana hasta que el notable latinista norteamericano Charles Upson Clark de la Smithsonian Institution lo descubrió por el año de 1918 y lo publicó completo por primera vez en el año 1948. Es por ello que no estuvo antes al alcance de los historiadores de nuestro país, e incluso hoy día pocos la conocen. En ella se encuentra una rica descripción de las ciudades del Río de la Plata realizadas por un testigo ocular de sobrada capacidad, que en parte de su obra describe lo que vio e indagó sobre la Ciudad de Corrientes y en parte de su manuscrito nos dice:

De la ciudad de ciudad de la asumpcion, para ir al distruito de buenos ayres se buelve a vaxar el Rio auaxo de las Siete Corrientes, donde esta fundada la ciudad de San Joan de vera de hasta 40 vezinos Españoles, en vnas varrancas sobre el Rio de la plata, llamese esta ciudad en lengua de indio Taraguirô, que quiere decir lagartija, tambien le llaman de ordinario de las Siete Corrientes, por estar fundada la ciudad sobre vna alta varranca, que tiene siete puntas, que por ellas, y las juntas de los Rios se hazen siete remolinos, por cuia causa le dan este nombre.

Este corto y preciso discurso de fray Antonio Vázquez de Espinosa, nos aclara con simpleza las denominaciones de la Ciudad de Corrientes en esos tiempos, dilucidando el significado de su nombre Guaraní y el porqué de las Siete Corrientes. Detalla además donde estaba asentada la ciudad y nos dice el numero de vecinos que en ese tiempo habitaban la ciudad de Vera. Aunque en el manuscrito no se especifica la fecha de su visita a la ciudad de San Juan de Vera, puedo estimar que la debió realizar en el año 1618, pues se sabe que en ese año estuvo también en las ciudades de Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja, en el año 1619 ya se encontraba en Lima (Perú) y en el año 1622 emprendió su regreso a España. Fue muy grato para mí conocer el contenido de este manuscrito, pues por él se ven respaldadas todas las afirmaciones que he venido manteniendo durante mucho tiempo y que las he reflejado en publicaciones anteriores a ésta.

Existen otros testimonios más modernos que se ocupan de explicarnos el porque del nombre de nuestra ciudad y del paraje donde estaba emplazada. El primero de ellos corresponde al maestre de campo don Bernardino López Luján, lugarteniente de gobernador de la ciudad de las Corrientes, que en su informe remitido el 12 de febrero de 1760 al gobernador don Pedro de Zeballos expresaba lo siguiente:

Fundó la sobredicha cuidad el adelantado licenciado Juan de Torres de Vera y Aragón, gobernador y capitán general de las provincias del Río de la Plata, y con el titulo y nombre de ciudad el año del Señor de 1588 día 3 de Abril domingo de la Resurrección de Lázaro, dando principio á la fundación por un fuerte que fabricaron así para la defensa de los mismos pobladores como para el resguardo y refresco de las embarcaciones que navegan los dos dilatados ríos Paraguay y Paraná desde el puerto de Buenos Aires al de la Asunción. Del mismo adelantado Juan de Torres de Vera tomó la ciudad el nombre y el apellido, llamándose desde entonces la ciudad de San Juan de Vera, y se añadió el segundo de las Siete Corrientes por las que forman el río Paraná estrellando sus aguas en los siete puntos que le entran de tierra. Su primer teniente capitán general y Justicia Mayor fue Don Alonso de Vera y Aragón, nombrado por el mismo adelantado.

Por su parte el jesuita José Quiroga, que en el año 1752 hizo un reconocimiento del río Paraguay desde la boca del Xauru hasta su confluencia con el Paraná, también aporta lo suyo. Este documento fue publicado por el padre Domingo Muriel en el apéndice de su versión latina de la Historia del Paraguay del padre Charlevoix. Refiriéndose a la ciudad de Corrientes decía lo siguiente:

Llámase ciudad de las Siete Corrientes, porque el terreno en donde está la ciudad, hace siete puntas de piedra, que salen al río, en las cuales la corriente del Paraná es más fuerte.

Y unos años más tarde el jesuita José Guevara también se refiere al origen del nombre del paraje de las Siete Corrientes, tomando como base los dichos del padre Quiroga y rectificando a los que en ese tiempo tenían una opinión equivocada:

El padre Quiroga hablando del origen del nombre de Siete Corrientes dice: La ciudad de las Siete Corrientes tiene este nombre, no como creyeron algunos por juntarse allí en corta distancia muchos ríos, sino por estar fundada en un plano alto que hace siete puntas que entran con sus ángulos de piedra en el río Paraná, en las cuales puntas hay una corriente muy fuerte que imposibilita la subida a los barcos, que se acercan a ellas, y así para subirlas es necesario tomar el rumbo por medio de ellas.

Mudando el siglo, estas particularidades fueron advertidas y transmitidas con el correr de los tiempos por ocasionales viajeros e historiadores que nos visitaron, como es el caso del naturalista francés Alcides Dessalines d'Orbigny, que visitó la Ciudad de Corrientes en el año 1827 y dejó expresado en su obra Viajes a la América Meridional que “el gran número de lagartos que cubrían los peñascos ribereños, ha dado a ese lugar el nombre de Taragui por los indios, nombre que emplean aún hoy”. Y ya en el siglo XX, el historiador Vicente Quesada nos decía en su obra La Provincia de Corrientes, que “la ciudad de Corrientes era conocida por los guaraníes con el nombre de Taragui, por las muchísimas lagartijas que se abrigan en las hendiduras de las paredes, los tejados y los patios, la abundancia de este reptil llamado en guaraní taragui, fue el origen de esta denominación”, opinión que vuelve a confirmar Francisco Latzina en su Geografía de la República Argentina, donde expresa que “los guaraníes que esta provincia en los tiempos de la conquista, llamaban a la ciudad de Corrientes, Taragüy, a causa de los numerosos lagartos que solían abrigarse en las rendijas de las murallas”.

Como queda demostrado, por todos los antecedentes que aquí presento, con el tiempo fue prevaleciendo el nombre del paraje en el cual estaba asentada la ciudad por sobre el nombre propio que le fuera dado a la ciudad en la fundación, y fue así que la ciudad que se fundó con el nombre de Ciudad de Vera, pasó a llamarse con el tiempo San Juan de Vera; San Juan de Vera en las Corrientes; o San Juan de Vera de las Corrientes; o San Juan de Vera de las Siete Corrientes, o las Corrientes y finalmente quedó solamente Corrientes.

Del análisis de las Actas Capitulares del Cabildo de la ciudad, se puede advertir que hasta el 30 de octubre de 1598 se respetó sin excepciones la denominación de ciudad de Vera, costumbre que perduró con algunas excepciones a partir de esa fecha y hasta el año de 1609 aproximadamente. A partir del año 1610 se la comienza a denominar a la ciudad San Juan de Vera, con algunas excepciones, y desde 1682 ya se la denomina San Juan de Vera de las Siete Corrientes. El nombre de ciudad de las Corrientes o Corrientes comenzaría a tomar fuerzas a partir del año 1764 aproximadamente.

Conferencia de Gustavo Sorg del 03/11/2009 sobre el origen del nombre de la Ciudad de Corrientes en el Museo Histórico de Corrientes

domingo, mayo 24, 2009

El amparo de Corrientes a la preservación de las Misiones

Hubo un momento en que los pueblos de las Misiones estuvieron en peligro de perderse por la intolerancia de un poderoso hechicero llamado Ñesú, que al ver que su poder se iba desvaneciendo por la influencia de los padres jesuitas comenzó a conspirar su destrucción. Ñesu esperaba recuperar su influencia y poder aniquilando a los religiosos y borrando de la faz de la tierra todos sus símbolos que representaba a su Dios.

Los antiguos pueblos de las jesuítica Provincia de las Misiones tienen su origen en la labor evangelizadora que llevaron adelante los padres jesuitas desde principios del siglo XVII. Su gran iniciador fue el padre Roque González de Santa Cruz, asunceño de nacimiento, quien por orden del padre Marciel de Lorenzana comenzó en el año 1612 a explorar el territorio del río Uruguay, transitando por parajes en los que nunca antes había entrado un español. Al advertir que las tierras estaban pobladas por gran cantidad de indios guaraníes, se propone agrupar a los indios en poblados, para lo cual obtiene del general Francisco González de Santa Cruz, su hermano que ese entonces era teniente de gobernador de la ciudad de Asunción, licencia con facultades para fundar reducciones en las zonas próximas a los ríos Paraná y Uruguay. Fue así como se fueron fundando las reducciones de Nuestra Señora de la Encarnación de Itapúa (25.03.1615), Santa Ana (1615, que luego pasó a los padres franciscanos), Yaguapóa (1618, que luego se fundió con Corpus Christi), Nuestra Señora de la Limpia Concepción del Ibitiracuá (08.12.1619), San Nicolás del Piratiní (03.05.1626), San Francisco Javier (1626), Nuestra Señora de los Reyes de Yapeyú (04.02.1627), Nuestra Señora de la Candelaria del Caazapá Miní (principios de 1628), la Asunción del Yjuhí (15.08.1628) y la de Todos los Santos del Caaró (01.11.1628). Es por ello que el padre Roque González de Santa Cruz fue el verdadero precursor de la población de estos territorios y a quien podríamos llamar con justicia el fundador de las Misiones del Uruguay.

Los primeros años de la población no se transitaron con facilidad, los padres debieron luchar contra las antiguas costumbres y hábitos fuertemente arraigados en la población guaraní, que se debatían entre el nuevo Dios que se les presentaba y las antiguas creencias sustentadas por sus hechiceros. Aunque muchos de ellos comenzaron a profesar la fe cristiana, otros permanecieron leales a sus hechiceros que conspiraban en secreto contra los padres jesuitas. Fue así que sobrevino el más cruel de los actos perpetrados, el martirio de los padres Roque González de Santa Cruz, Juan del Castillo y Alonso Rodríguez, que fueron masacrados salvajemente por los sequitos del cacique Ñesú.

Reconstrucción inédita del martirio y de la jornada de auxilio a los religiosos de la Compañía de Jesús por los vecinos de las Corrientes

En el mes de diciembre del año 1628, el capitán Manuel Cabral de Alpoin se encontraba en el pueblo y reducción de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Itatí en compañía de su doctrinante fray Juan de Gamarra, cuando de repente llegó el padre Francisco Clavijo de la Compañía de Jesús trayendo nuevas de como los indios del Uruguay se habían alzado y muerto a los padres Roque González de Santa Cruz, Juan del Castillo y Alonso Rodríguez y que las vidas de los demás padres corría peligro porque los indios querían matarlos a todos y destruir todas las reducciones. Por la gravedad de lo sucedido, se dirigieron inmediatamente a la ciudad de las Corrientes y en el viaje el capitán Manuel Cabral de Alpoin se fue interiorizando de los pormenores de lo sucedido.

Al padre Roque González de Santa Cruz le había facilitado la entrada a la tierra del Caaró un cacique llamado Quarobay. Habitaba además en aquellas tierras, en un paraje llamado Yjuhí, un cacique hechicero muy poderoso llamado Ñesú, el cual en un principio fue amable con los padres, pero luego de darse cuenta de cómo iba perdiendo su primacía entre los indios comenzó a dar aviso a todos los caciques que matasen a los padres que había en sus tierras, porque de otra manera echaría sobre ellos innumerables maldiciones.

El miércoles 15 de noviembre de 1628, los padres Roque y Alonso se dispusieron a celebrar la fiesta de la dedicación del pueblo del Caaró desconociendo el conjuro que contra ellos se había hecho, después de dar la misa el padre Roque se encontraba aderezando una campana y poniéndole una cuerda en la lengüeta para colgarla de la capilla y así tocarla y alegrar a la gente. Fue entonces cuando el cacique principal Carupé hizo una señal a uno de sus indios llamado Maraguá para que lo matase, procediendo éste a darle un furioso golpe con un garrote en la cabeza del padre Roque, que lo mató al instante. Exsultantes con esta victoria, se dirigieron luego a la choza donde estaba el padre Alonso y lo mataron a porrazos y seguidamente despojaron la iglesia de sus ornamentos y se vistieron algunos con las rasgadas vestiduras sacerdotales, no satisfechos con las atrocidades cometidas, destrozaron una imagen de la virgen que el padre Roque llevaba siempre consigo y procedieron luego a quemar los cuerpos de los dos religiosos junto con la capilla. Fue en ese momento, en medio de las llamas, cuando les hablo el corazón del padre Roque, les dijo en su lengua a los naturales “...que él había venido a sus tierras por el bien de sus almas... que aunque me matáis no me matáis, mi alma va al cielo, y no tardara el castigo...”. Al no comprender los indios de donde salían estas palabras, ya que la cabeza del padre Roque estaba hecha pedazos, procedieron entonces a abrirle el pecho y sacarle el corazón, atravesándolo con una flecha y volviéndolo al fuego otra vez, el cual no se quemó, quedo solamente algo chamuscado pero entero. No todos los indios fueron cómplices de esta barbarie, muchos de ellos se vieron sorprendidos por lo sucedido y manifestaron su dolor y pena, entre ellos un cacique anciano reprendió a los asesinos por su feroz crimen y por esta acción lo mataron a golpes de palo.

La noticias de la muerte de los padres llegó al paraje del río Ijuhy el viernes 17 de noviembre e inmediatamente el cacique Ñesú envió una chusma a buscar al padre Juan del Castillo. Lo sorprendieron a las tres de la tarde mientras estaba rezando vísperas en la puerta de la capilla, lo llevaron atados de manos dándole golpes y arrastrándolo por la tierra cantando “ahora morirás en nuestras manos como Roque y Alonso y no quedará de vuestra familia rastro alguno”. El padre Juan les rogó que lo llevasen con sus hermanos para morir juntos, a lo que respondieron con estocadas de lanzas, flechas y otros palos agudos en todo su cuerpo y en los ojos, arrastrándolo por los pedregales y rematándolo con dos piedras grandes sobre su cabeza, echándole mucha leña encima y prendiéndole fuego.

Después de todo lo referido, sucedieron otros acontecimientos en las reducciones vecinas que fueron inmediatamente resguardadas por el buen capitán Nicolás Ñeengrirú, famoso cacique y caudillo de la reducción de la Concepción del Uruguay que llegó a congregar más de setecientos indios dispuestos a vengar la muerte de los padres.

Mientras tanto, al llegar Manuel Cabral y los dos religiosos a la ciudad de las Corrientes, se dirigieron al Cabildo donde el padre Francisco Clavijo relato lo sucedido y suplico les ayudasen. El Capitán Rodrigo Pérez, que a la sazón era alcalde ordinario, dispuso por un Auto que se despachase gente al socorro solicitado.

La reclutación fue voluntaria, el capitán Manuel Cabral de Alpoin fue el primero en ofrecerse, diciendo que iría a su costa, aportando municiones y pertrechos y pagando si fuera necesario soldados que le acompañen. No tardaron en sumarse otros siete vecinos de las Corrientes, entre los que se encontraron Pedro de Aguirre, Felipe Ruy Díaz, Jerónimo Pérez de Ibarra, Miguel Ortiz de Leguizamo, Juan de Lencinas, Alonso Cano y uno más cuyo nombre no consta en los documentos. Como la situación era de extrema necesidad, partieron ese mismo día de las Corrientes el padre Francisco Clavijo, fray Juan Gamarra, Manuel Cabral y los siete soldados correntinos rumbo a la reducción de Itatí, donde reclutaron doscientos indios guaraníes, al frente de los cuales iba el capitán Santiago Guarepí, cacique principal y capitán a guerra de la reducción.

Hasta ese momento, los preparativos para el socorro le habían insumido ya ocho días, después de los cuales partieron inmediatamente para la reducción de Itapúa que estaba a cincuenta leguas de la ciudad de las Corrientes. A su llegada hallaron al padre Diego de Boroa, a la sazón rector del Paraguay y superior de las reducciones, que estaba sumamente afligido por lo sucedido y desconsolado de ver que en el Paraguay no le habían querido dar socorro. Se dirigieron entonces a la reducción de la Concepción, donde hallaron seis o siete indios presos por estar implicados en el levantamiento, con los cuales procedió el capitán Manuel Cabral de Alpoin a realizar las averiguaciones pertinentes sobre los delitos cometidos y convencido de que tres de ellos eran culpables de la muerte de los padres, mando hacer justicia de ellos ahorcándolos.

Al día siguiente pasaron a la reducción de San Nicolás de Piratiní donde casi no se detuvieron, dándoles a entender a sus habitantes que iban a castigar a los delincuentes y a socorrer a los indios buenos. Allí se les sumó otro grupo de indios amigos y con ellos pasaron a la reducción de la Candelaria donde llegaron el martes 19 de diciembre al medio día, se encontraron allí con otro vecino de las Corrientes llamado Cristóbal Gallegos que había estado vaqueando con el padre Antonio Bernal. Pasaron allí la noche y al amanecer del miércoles, cuando salía el sol, se encontró la reducción rodeada de gran número de indios que en pie de guerra se aprestaban a darle asalto. Fue entonces cuando el capitán Manuel Cabral de Alpoin dispuso la gente para salir a su encuentro en número de cuatro españoles y quinientos o seiscientos indios amigos, dejando tres españoles con doscientos indios amigos en guarda y defensa de la reducción y de los padres que en ella estaban.

Avanzaron hasta encontrarse cara a cara con los enemigos y comenzaron a pelear, pero al ver los enemigos el daño que los arcabuces les producían comenzaron a replegarse a un monte cercano, donde se fortificaron construyendo una empalizada de ramas para defenderse. Viendo lo sucedido, el capitán Manuel Cabral de Alpoin dio orden a los indios amigos para que entrasen en el monte en seguimiento de aquellos y como no se atrevían a entrar, alegando que por estar fortificados los iban a matar, el capitán Manuel Cabral de Alpoin y los cuatro soldados correntinos tomaron la iniciativa y entraron al monte, esta valerosa determinación bastó para que los siguieran los indios amigos y luego comenzó una dura batalla hasta que se les acabo las municiones, razón por la que tuvieron que replegarse nuevamente fuera del monte.

Como la batalla no progresaba, envió gente a la reducción para ver si habían sido atacados y como esto no sucedió, requirió que viniesen los tres soldados correntinos que allí se hallaban con los indios que quedasen para hacerles todos juntos frente al enemigo. Rodearon el monte y les mando decir a los enemigos fortificados que entregasen a los culpables de la muerte de los padres, que si así lo hacían, les aseguraba la vida y libertad de los demás, le respondieron “que no saldrían y si entraban les matarían a todos y en sus cabezas habrían de beber chicha”. Conocida la negativa, entraron de nuevo al monte y pelearon con gran valor hasta que los desbarataron y los que huían eran capturados por los indios amigos que los esperaban fuera del monte. Prendieron a más de cien y los llevaron a la reducción de la Candelaria, adonde nuevamente hicieron los interrogatorios y averiguaciones necesarias para hallar a los culpables y hallaron entre ellos doce caciques principales implicados en el delito.

Al día siguiente fueron hasta el río Ijuhy, paraje donde habían matado al padre Juan del Castillo, paraje que encontraron despoblado y solo pudieron prender a un indio que fue ajusticiado por ser uno de los responsables de la muerte del padre Castillo. Volvieron luego a la reducción de la Candelaria, donde nuevamente hicieron interrogatorios y averiguaciones entre los indios capturados para saber cuales de ellos eran los mas principales, hallaron entre ellos dos caciques, a los cuales Manuel Cabral les dio instrucciones para que entrasen a la tierra y les dijeran a los demás indios que sean buenos y obedientes con los padres y que sean cristianos y les dijeran a los demás indios que la guerra se había acabado.

Antes de soltar a los caciques, les hizo una demostración del poder que los españoles tenían, para lo cual tomo un tablón de los mas gruesos que halló y mando a Pedro de Aguirre que le tirase con un arcabuz, la bala atravesó de claro el madero y los indios quedaron pasmados y atemorizados pues nunca antes habían visto un arcabuz, diligencia que se realizó solo para amedrentarlos y les dio ocho días de plazo para que cumpliesen su misión, ordenándoles además que devuelvan todo lo que les habían robado a los padres.

Después de unos días regresaron los caciques trayendo algunas de las cosas que habían robado a los padres, diciendo que los indios se hallaban todos desparramados por los montes y por el temor que tenían no se animaban a volver ahora, pero que lo harían ni bien les pasase el miedo y se reducirían y obedecerían a los padres. De allí se dirigieron a la reducción de San Nicolás, la cual aseguraron y el capitán Manuel Cabral de Alpoin les volvió a advertir a todos que sean buenos con los padres, que si no lo hacían volvería a venir con más españoles y los castigaría a todos. Quedó así la reducción en paz y quietud y por esa razón volvieron a la reducción de la Concepción, donde permanecieron por espacio de catorce días construyendo balsas y canoas para ir río arriba en procura de los responsables que faltaba castigar. En el transcurso de estos días, llegaron varios mensajeros a pedir y rogar que los españoles no volviesen, que ellos se comprometían a traer de donde estuviesen a los caciques responsables y su chusma que faltaba castigar. Aceptó ésta proposición Manuel Cabral y les dio catorce días de plazo para que los hallasen y los llevasen a la ciudad de las Corrientes, y así lo aceptaron y partieron en su búsqueda. Antes de partir para la ciudad de las Corrientes, Manuel Cabral les pidió a los caciques de la reducción que recibiesen a los indios que había traído presos con él y les diesen tierras para sus labranzas y para hacer sus casas y que los tuvieran por naturales de ella.

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Mapa de la Jornada de Socorro a las Misiones del Uruguay

Como reconocimiento de los servicios prestados por el capitán Manuel Cabral de Alpoin, los padres de la Compañía de Jesús le extendieron en agradecimiento una “Certificación de Servicios”, la cual fue hecha en la reducción de la Concepción del Uruguay el 14 de enero de 1629, firmada por el padre Diego de Boroa, rector del Colegio de la Compañía de Jesús y superior de las reducciones del Paraná y Uruguay, en nombre de los padres Diego de Ampuero, Diego de Alfaro, Francisco Clavijo, Alonso de Aragón, Pedro Bosquer, Pedro Romero, Adriano Crespo, Tomás de Urueña, Andrés de la Rua, y Josepe Ordoñes.

Pacificada la región, Manuel Cabral con sus siete valientes soldados y los indios guaraníes de Itatí se dirigieron a la reducción de Itatí, donde fueron recibidos con procesión y gran fiesta. De allí prosiguieron hasta la ciudad de las Corrientes, donde al cabo de unos días trajeron a uno de los caciques culpables y del cual se hizo justicia ahorcándolo en la plaza pública, el otro cacique dijeron no lo pudieron hallar porque se había retirado tierra adentro hacia la mar donde le perdieron el rastro, el cacique fugitivo era nada mas y nada menos que Ñesú.

Lo notable de esta jornada fue que aunque hubo muchos heridos, inclusive Manuel Cabral salió muy mal herido, no hubo ninguna baja que lamentar ni de españoles ni de indios amigos. Esta jornada de socorro fue un notable servicio a la estabilidad de la región, porque de no realizarla, el alzamiento hubiera acabado con todos los poblados y se hubiesen perdido las misiones del Uruguay.

Los tres padres martirizados fueron beatificados por Pío XII el 28 de enero de 1934 con las letras apostólicas Dei viventis militum y canonizados por Juan Pablo II el 16 de mayo de 1988 en Ñú Guazú (Asunción, Paraguay).

martes, marzo 24, 2009

El Escudo de Armas del fundador de Corrientes

En el ámbito de la Provincia de Corrientes, el historiador Manuel V. Figuerero fue el primero que presentó un diseño del escudo de armas del fundador de la Ciudad de Corrientes (El Escudo de Corrientes, Buenos Aires, 1921, Pág. 40). El escudo que Figuerero adoptó para su publicación lo tomó del Nobiliario de Alonso López de Haro (Nobiliario genealógico de los Reyes y títulos de España, Madrid, 1622, Tomo I, Pág. 467). Este escudo de armas que Figuerero adjudica al adelantado no es el correcto, pues era el que utilizaba la familia Vera de Mérida y en él está la espada de Santiago, siendo que esta espada sólo se pone en el escudo cuando su propietario pertenece a la orden de caballería de Santiago y el adelantado no pertenecía a ella. En el año 1967, el historiador Federico Palma publica en la Revista N° 2 de la Junta de Historia de Corrientes una biografía del adelantado (Don Juan de Torres de Vera y Aragón, Corrientes, 1967), en la que adjudica al adelantado el escudo de armas que tomó del Nobiliario de Carlos Calvo (Nobiliario del Antiguo Virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires, 1936, Tomo II, Pág. 365), que es una de las representaciones del escudo mas alejadas de la realidad que existe.

La determinación del verdadero escudo de armas que utilizaba el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón fue una de las tareas que asumió en el año 1987 el Comité Ejecutivo del Cuarto Centenario de la fundación de Corrientes. Su determinación era de vital importancia, pues se esperaba estampar su diseño en uno de los lados de la medalla conmemorativa que mandaría a acuñar el gobierno municipal de la ciudad.

El asunto fue remitido a la Academia Nacional de la Historia para que se pronuncie al respecto. Por su parte la Academia comisionó esta tarea al Dr. Carlos Luque Colombres de la ciudad de Córdoba, uno de sus miembros de número y la persona que hasta ese momento era el erudito de la familia Vera y Aragón de la villa de Estepa en Andalucía. El Dr. Luque Colombres redactó un informe que fue presentado y aprobado por la Academia el 15 de noviembre de 1987, en él, se manifestaba que no se había hallado hasta el momento ningún documento en el que se encuentre estampado el escudo de armas del adelantado Torres de Vera y Aragón, por ello, se consultaron documentos mas contemporáneos y publicaciones donde se encontraba dibujado el escudo de la familia Vera. Entre los documentos contemporáneos utilizados, se encontraba una certificación del rey de armas de España del año 1893, que había sido otorgada por solicitud del general don José Ignacio Garmendia que aducía ser descendiente del adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón, cosa que no es cierta, donde estaba dibujado un escudo de armas que se le adjudicaba al adelantado.

Escudo de Armas erróneo del adelantado

Escudo de Armas erróneo sugerido por la ANH

Este escudo de armas fue finalmente adoptado por el Comité Ejecutivo del Cuarto Centenario y se estampó su diseño en la medalla conmemorativa que le fue encargada acuñar en dos tamaños a la Casa Piana de Buenos Aires, quien a su vez encargó su diseño al escultor Juan Roberti. Asimismo, se utilizó este escudo para el monumento que se inauguró el 28 de mayo de 1988 en la entrada del Parque Mitre con la asistencia del alcalde y vecinos de Estepa que vinieron especialmente para las celebraciones del Cuarto Centenario, cabe mencionar que el costo de la construcción de este monumento fue donado íntegramente por el Dr. Héctor Boó.

Monumento en la entrada del Parque Mitre

Monumento en la entrada del Parque Mitre

Medalla Conmemorativa del 4° Centenario

Medalla Conmemorativa del 4° Centenario

El escudo de armas adoptado, amén de no ser el correcto, presentaba algunas irregularidades en su diseño, pues en él sólo se representaban tres órdenes de veros en forma de campanas, siendo que el antiguo diseño del escudo de la familia Vera se representaba con seis órdenes de contraveros ondulados.

Personalmente debo manifestar que he buscado incansablemente testimonios o documentos en los que se halle estampado el escudo de armas del fundador de la Ciudad de Corrientes, pues ya no quedaban vestigios de su casa natal ubicada intramuros en la villa de Estepa y en la capilla familiar en la Iglesia Mayor de Estepa que antiguamente ostentaron esculpido en piedra su escudo familiar, todo lo cual consta por testimonios auténticos del año 1668. Desafortunadamente, tampoco se halla constancia de él en el rico archivo familiar que conservan hoy los descendientes de la familia. Es por ello que mi búsqueda resultó infructuosa, inclusive hasta la publicación de mi libro biográfico del adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón, en el que por prudencia, opté por no pronunciarme al respecto. Hasta hoy, solo tenía como testimonio el escudo de armas del adelantado don Juan Alonso de Vera y Zarate que el Dr. Luque Colombres descubrió en el Archivo de Tribunales de Córdoba, donde se representan en un cuartel la ascendencia por vía paterna con las armas de Vera y Aragón, que me inducía a pensar que debía ser éste el verdadero diseño del escudo del adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón. No obstante, en la prosecución de mis investigaciones, he logrado conseguir recientemente un fiel testimonio del escudo de la familia Vera y Aragón de Estepa gracias a la generosa colaboración de mi amigo Mauro Gambini Vera d'Aragona de la ciudad de Nápoles, descendiente de la familia Vera y Aragón de Estepa que estudió e investigó detalladamente la vida y trayectoria del licenciado Francisco de Vera y Aragón.

El testimonio de que hago referencia, lo constituye el escudo de armas estampado en relieve en varias cartas remitidas por licenciado Francisco de Vera y Aragón al rey de España, hermano del adelantado y en ese entonces embajador de España en Venecia, custodiados por el Archivo de Simancas de España. En los documentos citados, se puede advertir que el escudo estampado difiere del que fuera sugerido por la Academia Nacional de la Historia y más tarde adoptado por el Comité Ejecutivo del Cuarto Centenario de la fundación de Corrientes. Por ello, el escudo estampado en la medalla conmemorativa estaba incompleto y con algunos errores de representación, pues en él solo estaban representadas las armas de la familia Vera, siendo que en el escudo que utilizaba la familia en ese tiempo ostentaba las armas de Vera y las de Aragón. Es por ello, que de acuerdo con el diseño estampado en los documentos, en términos heráldicos el verdadero escudo del fundador de la Ciudad de Corrientes debe ser representado de la siguiente manera:

Partido, en el primer cuartel las armas de Vera, representadas por seis ordenes de contra veros ondulados de sable en campo de plata, rodeado por una bordura de gules con ocho aspas de oro, en el segundo cuartel las armas de Aragón, representadas por cuatro bastones de gules en campo de oro, lleva por timbre una corona real de oro y por divisa un águila pasmada de sable, en cuyo pico sostiene una cinta de plata con el lema VERITAS VINCIT de sable.

Escudo de Armas del Adelantado

Escudo de Armas del Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón

Afortunadamente, la perseverancia ha dado sus frutos, el hallazgo de viejos documentos traspapelados en antiguos expedientes me permite hoy rectificar algo que hasta ahora estaba equivocado y dar a conocer el verdadero escudo de armas del fundador al conmemorarse en este año 2009 los 421 años de la fundación de la Ciudad de Corrientes.

sábado, marzo 14, 2009

Acta de Fundación de Corrientes

El testimonio de la fundación de la Ciudad de Corrientes es uno de los documentos más notables que nos dejaron los conquistadores españoles, mediante él, se puede uno imaginar como se fueron sucediendo los acontecimientos en ese momento. Primero se dio curso a los trámites de rigor, por los cuales se le da el nombre a la ciudad, se establecieron sus límites, se nombraron las primeras autoridades del Cabildo y se les recibió juramento de ellos. Paso seguido, se señaló el sitio para la construcción de la Iglesia Mayor, con advocación a Nuestra Señora del Rosario, a la cual se constituyó por patrona de la ciudad. Luego llega el momento mas solemne de la ceremonia, se fija en mitad de la proyectada plaza principal el palo de justicia, donde se cuelga el rollo y desenvainando su espada el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón le da dos golpes invocando el nombre del rey, quedando de esta manera a finalizada la ceremonia fundacional. Pasaron luego las autoridades en compañía del adelantado a recorrer el campo y determinaron lo que sería el ejido de la ciudad, para que en el se repartan los solares a los vecinos pobladores.

El Acta fundacional es un bello documento, patrimonio indiscutido de nuestra historia, que nos permite saber cómo y cuándo fue fundada nuestra ciudad.

Acta de Fundación de la Ciudad de Vera
1° página del Acta de Fundación

Para acceder al contenido completo del Acta de Fundación haga click aquí

sábado, noviembre 22, 2008

Artículos periodísticos publicados

"El Libro Capitular de la Fundación de Corrientes
Diario La República de Corrientes, Suplemento El Cultural, edición del domingo 23/04/2006.
Edición digital en PDF del Suplemento El Cultural

"Niegan a supuesto pariente de Andresito"
En una entrevista exclusiva, el historiador Gustavo Sorg asegura que es imposible hablar de descendientes en Corrientes del héroe misionero, ya que no hay ningún documento que lo atestigüe. Desestima a quienes afirman provenir de la familia Guacurarí.
Diario La Republica de Corrientes, edición del 27/11/2006. Si quiere ver la nota publicada: pulse aqui.

"Convento franciscano: un edificio para rememorar. Historia de su fundación"
Diario La República de Corrientes, Suplemento Viajes & Turismo, edición del domingo 29/04/2007.
Edición digital en PDF del Suplemento Viajes & Turismo

"El Milagro de la Cruz"
Diario El Litoral de Corrientes, edición del lunes 7/04/2008. Si quiere ver la nota publicada: pulse aquí.

"Entre la devoción y la ciencia, una pregunta: ¿reliquia histórica?"
Diario El Litoral de Corrientes, edición del sábado 3/05/2008. Si quiere ver la nota publicada: pulse aquí.

"¿Era Berón de Astrada o Verón de Estrada?: su origen familiar"
Diario El Litoral de Corrientes, edición del jueves 10/04/2008. Si quiere ver la nota publicada: pulse aquí.

"La TARAGUI olvidada"
Polémica interpretación hace un historiador de su significado y hasta de la forma ortográfica.
Diario El Litoral de Corrientes, edición del sábado 22/11/2008. Si quiere ver la nota publicada: pulse aquí.

Taragui correntinaTaragui: Lagartija típica de la Ciudad de Corrientes
(Fotografía: gentileza de Edwin Harvey)

"El verdadero escudo del fundador de Corrientes"
Diario El Litoral de Corrientes, edición del viernes 3/04/2009.
Al cumplirse el 421 aniversario de la fundación de la Ciudad de Corrientes, la ciudad puede conocer por primera vez el escudo de armas de su fundador, el adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón.

"La Fundación de la Ciudad de Corrientes"
Diario La República de Corrientes, edición del miércoles 8/4/2009. Si quiere ver la nota publicada: pulse aquí.

"Opinión del libro "La invención de Andresito" del Lic. Deniri"
Diario El Territorio de Posadas (Misiones), edición del 31/05/2009. Si quiere ver la nota publicada: pulse aqui.

martes, noviembre 18, 2008

Artículo periodístico con la opinión del Dr. Maeder

El domingo 2 de septiembre del año 2007, el Diario Norte de Resistencia (Chaco) publica en el suplemento Chaqueño un artículo del Dr. Ernesto J. A. Maeder de la Junta de Estudios Históricos del Chaco con su opinión del libro "Juan de Torres de Vera y Aragón - Nueva Historia de la fundación de la Ciudad de Vera".

Agradezco al Dr. Maeder sus palabras, por ser él una persona que merece mi profundo respeto y admiración por su destaca trayectoria en el campo de los estudios geohistóricos de nuestra región.
Para conocer el artículo, hacer click sobre la imágen

martes, noviembre 20, 2007

El Tupí - Propuesta de Homenaje

Alonso de Vera y Aragón, capitán nombrado por el adelantado para llevar adelante la fundación de una ciudad en el paraje de las Siete Corrientes, fue el primer teniente de gobernador que tuvo la ciudad de San Juan de Vera de las Siete Corrientes. Fue un noble caballero, no por descender de la nobleza sino por su honradez; generosidad; lealtad y destacado valor. Nació en la ciudad del Cuzco en el año 1555 aproximadamente, hijo del conquistador andaluz Pedro Díaz de Torres, hermano del adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón, y de la inca doña Elena. Por sus venas corrían fusionadas la sangre española y americana. Lo llamaban el Tupí por el color moreno de su piel y para diferenciarlo de sus primos homónimos.

Su padre fue de los primeros conquistadores venidos al Perú y se halló presente en las guerras civiles entre los conquistadores. Alonso de Vera y Aragón hizo sus primeras armas en el Perú hasta que un día fue llamado por su tío el adelantado para que colabore con él en la gobernación del Río de la Plata como uno de sus hombres de confianza. En el año 1580 asistió a la fundación de la ciudad de la Trinidad y puerto de Buenos Aires con el general Juan de Garay, desde donde se dirigió a España en la carabela San Cristóbal de la Buenaventura de su propiedad en compañía del comisario y custodio de la orden franciscana fray Juan de Rivadeneyra a traer pobladores y frailes. Fray Juan de Rivadeneyra llevaba al Rey un memorial en el que en uno de sus párrafos aconsejaba la fundación de una ciudad de españoles en el paraje de las Siete Corrientes, recomendación que seguramente fue señalada por el Tupí, sin saber que iba en compañía del que sería su iniciador y primer teniente de gobernador.

Una vez que el adelantado pudo pacificar la frontera de la ciudad de Asunción, que era acosada por las continuas incursiones de los indios Guaicurúes, se determinó de realizar la población del paraje de las Siete Corrientes. Comisionó al Tupí las tareas de exploración y preparación del terreno para la fundación. Alonso de Vera y Aragón partió de Asunción a a mediados de 1587 llevando en su compañía hombres e indios amigos. Desembarcaron en la playa Arazaty donde asentaron su Real y desde allí comenzaron a realizar las primeras exploraciones y contactos con los naturales que habitaban en la zona.

Al arribo del adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón y del escribano Nicolás de Villanueva se procedió a realizar la solemne ceremonia acostumbrada en las fundaciones. El acto fundacional tuvo lugar el domingo 3 de abril de 1588, se procedió a fijar el palo para el rollo de justicia y desenvainando su espada el adelantado le dio dos golpes diciendo por el Rey don Felipe II, con lo que quedo formalmente fundada la ciudad de Vera.

El adelantado permaneció en la ciudad hasta la madrugada del jueves 7 de abril que partió con destino a la ciudad de Santa Fe, en el transcurso de ellos le expidió el titulo de capitán general y justicia mayor a Alonso de Vera y Aragón, que lo presento al Cabildo de la ciudad de Vera el jueves 7 de abril, después de partir el adelantado.

Firma de Alonso de Vera y Aragón
Firma de Alonso de Vera y Aragón, el Tupí

Los enemigos políticos del adelantado, encabezados por Juan Caballero de Bazan, trataron por todos los medios de que ningún pariente del adelantado ocupasen cargos de tenientes, sin embargo los pobladores de la ciudad de Vera apelarían la decisión de la Real Audiencia de la Plata por medio de una carta redactada por los capitulares el 20 de agosto de 1588 en la que expresaban: “porque el dicho Alonso de Vera no gobierna en mucha uniformidad de todos los soldados y vecinos de ella sin hacer agravio a nadie y mucho recogimiento”. Otra situación similar se presenta cuando asume la gobernación don Fernando de Zarate, es sabido que cada gobernador nombraba a sus tenientes al momento de asumir el cargo. Nuevamente el Cabildo de la ciudad se manifiesta a favor de la continuidad del Tupí, presenta una petición el 9 de agosto de 1593 en la que expresaban: “suplicamos a Vuestra Señoría en su nombre de toda esta ciudad nos provea por teniente de gobernador al capitán Alonso de Vera y Aragón pues a sido padre de esta población y gastado su hacienda y entendemos que con su ayuda irá esta ciudad en aumento”. El alto contenido emotivo de esta petición excede los formalismos de la época, es más que evidente el cariño y respeto que los pobladores sentían por el Tupí.

Alonso de Vera y Aragón gobernó la ciudad hasta el mes de noviembre del año de 1596, fue reemplazado por el capitán Garci Rodríguez de Arellano por titulo expedido por el gobernador Juan Ramírez de Velasco. Fueron ocho largos años de gobierno en los tiempos más difíciles los que le tocó gobernar al Tupí. Durante este tiempo la ciudad soporto el continuo ataque de los indios guaraníes del Paraná arriba que cercaron el fuerte y la población estuvo a punto de perderse, el asedio de la ciudad fue a consecuencia de la matanza de la mandioca donde veintidós españoles perdieron la vida en manos de los guaraníes, y envalentonados éstos por su triunfo decidieron sitiar la ciudad e intentar destruirla. Quedó la ciudad abatida y la mayoría del ganado que se había traído a la fundación había huido a la campaña, el Tupí se dirigió a la ciudad de la Asunción de donde trajo a su costa más ganado para el sustento de los pobladores. Durante su gobierno se organizo la ciudad y se realizaron los primeros repartos de encomiendas y tierras para estancias.

Nada sabemos de su vida desde el momento que dejo el gobierno hasta el año 1603 en que es elegido por los capitulares salientes para ocupar el cargo de Alcalde Ordinario de la Santa Hermandad, distinción que no quiso asumir pues se encontraba ocupado en la elaboración de una información de meritos y servicio para su tío el adelantado y aunque fue intimado por el gobernador Hernandarias, enemigo manifiesto de la familia Vera y Aragón, para que tomase posesión del cargo, se excusó presentando una Provisión Real de la Audiencia de la Plata en la que se instaba que ninguna justicia le impida la realización de sus negocios. En el año 1607 vuelve a ocupar un cargo de importancia en nuestra ciudad al ser nombrado Juez de Residencia por el gobernador Hernandarias, donde tuvo a su cargo la revisión de la actuación de los funcionarios del gobernador anterior en nuestra ciudad.

En lo referente a su vida familiar, sabemos que el tupí tuvo por su único hijo a don Pedro de Vera y Aragón, ignoramos el nombre de su esposa y si fue casado. Su hijo, siendo menor de edad, se unió en matrimonio con doña Inés Arias de Mansilla, hija de Francisco Arias de Mansilla y de doña Lucia de Espinosa, pobladores asimismo de la Ciudad de Vera. De este matrimonio nació un hijo llamado don Alonso de Vera, que falleció de tierna edad. El Tupí falleció probablemente en la ciudad de Asunción antes del año 1611, ocasión en que por la gravedad de su enfermedad otorgó un poder para testar al capitán Andrés Lobato de Godoy, intimo amigo de la familia Vera y Aragón.

El amor que tenía el Tupí por los indios naturales quedó demostrado en una de las cláusulas de su testamento, en la que expresaba se diese a los indios de su encomienda la cuarta parte de su derecho sobre el ganado cimarrón que había en la jurisdicción de la ciudad de San Juan de Vera y que utilizaran el dicho ganado para su sustento, a cambio de esta donación pedía a los indios que pagasen al sindico del convento franciscano cien misas por su alma. La generosidad del Tupí se vuelve a manifestar en su hijo Pedro, quien por medio de una carta de donación otorgada el 1° de septiembre de 1611, eximía a los indios del pago de las cien misas.

Es notorio que en nuestra ciudad no haya ningún monumento que honre su memoria. Sin embargo, existe una pequeña plaza que llevaba su nombre, pero fue cambiada por iniciativa de una concejal con marcados prejuicios ideológicos. Mientras los primeros pobladores lo denominaban padre de esta población, el transcurso del tiempo y el desconocimiento de su calidad humana y valiosa actuación han hecho que su persona pase inadvertida. Con el advenimiento de la inauguración del nuevo tramo de la Avenida Costanera, sería justo que en algún lugar de ella, por ejemplo en su rotonda, se realice un homenaje en memoria de nuestro primer teniente de gobernador, siendo el lugar señalado mas que apropiado, ya que fue en ese mismo lugar donde comenzó a trabajar por nuestra ciudad, fue allí donde desembarcó y dio principio a nuestra ciudad.

lunes, noviembre 19, 2007

Instituciones Académicas a la que pertenece

Miembro Adherente de la Junta de Historia de Corrientes. (Ingreso: Corrientes, 14/10/2005)

Ingreso de Gustavo Sorg a la Junta de Historia de Corrientes
Gustavo Sorg recibe el diploma de la J.H.C. del Lic. Enrique Deniri

Miembro de Número del Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas. (Ingreso: Corrientes, 26/10/2005)

Acto de Clausura del ICCG
Acto de Clausura del I.C.C.G. - Diciembre/2005

Miembro Correspondiente por la Provincia de Corrientes del Instituto Paraguayo de Genealogía Ruíz Díaz de Guzmán.

Miembro Correspondiente por la Provincia de Corrientes del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Córdoba. (Designación: Cordoba, 05/2007)

Miembro Correspondiente por la Provincia de Corrientes de la Academia Paraguaya de la Historia. (Ingreso: Asunción, 28/06/2007)

Ingreso de Gustavo Sorg a la Academia Paraguaya de la Historia
Acto en la Academia Paraguaya de la Historia - Asunción, 2007

Miembro Correspondiente por la Provincia de Corrientes del Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán. (Designación: San Miguel de Tucumán, 09/08/2007)

Miembro Correspondiente por la Provincia de Corrientes del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas. (Designación: Buenos Aires, 13/08/2007)

Miembro de Número del Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes. (Ingreso: Corrientes, 03/07/2008)

Miembro Correspondiente por la Ciudad de Corrientes de la Junta de Historia de Goya. (Ingreso: Goya, 26/09/2008)

Miembro Correspondiente por la Provincia de Corrientes de la Academia Argentina de la Historia. (Ingreso: Buenos Aires, 08/10/2008)

Ingreso de Gustavo Sorg a la Academia Argentina de la Historia
Gustavo Sorg recibiendo el diploma y medalla de Académico

Declaración de beneplácito de la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Corrientes: En la Sesión Orinaria del día 20 de diciembre de 2008, la Honorable Cámara de Senadores aprobó un Proyecto de Declaración presentado por la senadora Rosa Isolina Passeto por el cual se expresa beneplácito por la incorporación del historiador Gustavo Miguel Sorg a la Academia Argentina de la Historia. Corrientes, 20/11/2008 - Declaración N° 52/08.

Miembro Correspondiente por la Provincia de Corrientes del Centro de Estudios Genealógicos e Históricos de Rosario. (Designación: Rosario, 16/12/2009)

Investigaciones Publicadas


Doña Inés Arias de Mansilla”, Boletín Nº 3, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2004.

El capitán Simón de Mesa”, Boletín Nº 3, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2004.

"Los González Alderete de Corrientes", Boletín N° 3, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2004. En colaboración con Julio Carmelo Goitia y Juan Manuel Medrano Balcarce.

Los festejos por el nacimiento del príncipe Felipe Prospero en la ciudad de San Juan de Vera – Año 1659”, 5º Congreso de Historia de la Provincia de Corrientes, Correintes, 23 y 24 de junio de 2005.

Los Villanueva”, Boletín Nº 4, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2005.

Nuestros Héroes Olvidados”, Boletín Nº 4, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Ponencia como Miembro de Número del Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2005.

Los Cabral de Melo y Alpoin”, Edición Especial del Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2005.

Aporte Documental en la reedición del libro “El gobernador Domingo Martínez de Irala” de Ricardo de Lafuente Machain, Academia Paraguaya de la Historia, Asunción 2006.

Nota: Se publica por primera vez la versión paleográfica del Titulo de Gobernador dado por el rey a Domingo Martínez de Irala.

Los González de Santa Cruz”, Boletín Nº 5, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2006.

Nota: En esta publicación se transcribe completamente una información inédita en la que se prueba que el autor intelectual de las Ordenanzas que instituyó el gobernador Domingo Martínez de Irala fue el escribano Bartolomé González, padre del jesuita mártir Roque González de Santa Cruz.

Noticias Publicadas: Jesuitas del Paraguay - ABC Digital

El padrón del año 1622”, Boletín Nº 5, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2006.

El convento de San Francisco de la ciudad de San Juan de Vera”, trabajo de investigación para la determinación del año de su fundación al conmemorarse los 400 años de la fundación del convento, Anales de la Junta de Historia de Corrientes, N° 8, Año 2006, Corrientes, 2006.

Probanza del indio Antonilo y su reconocimiento de la mestiza doña Marina de Irala”, Historia Paraguaya, Vol. XLVI, Academia Nacional de la Historia, Asunción, 2006.


Portada del libro biográfico de Juan de Torres de Vera y Aragón
Juan de Torres de Vera y Aragón y la Nueva Historia de la fundación de la ciudad de Vera”, Libro homenaje al cumplirse 419 años de la fundación de la ciudad de Corrientes, auspiciado por la Subsecretaria de Cultura y Educación de la Municipalidad de la Ciudad de Corrientes, Corrientes, 2007. Fue presentado el 27/04/2007 por el Dr. Carlos Maria Vargas Gómez en el Museo Histórico de Corrientes "Tte. de gobernador Manuel Cabral de Alpoin"


Gustavo Sorg, Arq. Gabriel Romero, Dr. Vargas Gómez

Noticias Publicadas: La Republica - El Litoral

Origen y descendencia del Maestre de Campo Hernán Mexía Miraval, conquistador del Tucumán”, Boletín N° 5, Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán, San Miguel de Tucumán, 2007. Presentado en San Miguel de Tucumán el 14/08/2008.

Nota: En esta publicación se da a conocer por primera vez el origen del conquistador Hernán Mexía Miraval, hasta ahora ignorado por todos los historiadores que procuraron sin éxito determinar su origen.

Noticias Publicadas: La Gaceta

Los Quirós de la Lama”, Boletín Nº 6, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2007.

El alguacil mayor Bernabé de Luján”, Boletín Nº 6, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2007.

El procurador Antonio de la Madriz, genearca de la familia Verón de Astrada”, Revista N° 2, Instituto de Investigaciones Historicas y Culturales de Corrientes, Corrientes, 2007.

"Origen, familia y descendencia de Nufrio de Chaves", Jornadas Histórico Genealógicas "Conformación de la Sociedad Hispanoamericana" (siglos XVI-XIX), Córdoba, 8-10 de Mayo de 2008.

"Colonia Carolina. Los primeros Colonos y la historia de su formación", Junta de Historia de Goya, Ponencia de ingreso como Miembro Correspondiente por la Ciudad de Corrientes, Goya, 26/09/2008.

"El Primer Argentino", Academia Argentina de la Historia, Conferencia de ingreso como Miembro Correspondiente por la Provincia de Corrientes, Buenos Aires, 08/10/2008.

Noticias Publicadas: El Litoral - La Republica

¿Descendientes de Andrés Guacurarí en Corrientes?”, Revista N° 3, Instituto de Investigaciones Historicas y Culturales de Corrientes, Corrientes, 2008. Presentación: Corrientes, 10/12/2008.

Nota: En esta investigación inédita, se prueba que es falsa la pretensión de algunas familias de Corrientes, que se dicen descendientes del caudillo guaraní Andresito, caudillo de Artigas, pretendiendo las mismas exaltar la figura del caudillo con su intento de borrar de la memoria de Corrientes la actuación lamentable que tuvo el caudillo en su estadía en la ciudad de Corrientes.

Noticias Publicadas: La Republica

Antiguas familias correntinas”, Boletín Nº 7, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2008. Presentación: Corrientes, 10/12/2008.

Nota: En esta investigación se desarrolla el origen y descendencia de 27 familias fundadoras y pobladoras de la Ciudad de Vera.

Origen y descendencia de Juan y Felipe de Cáceres”, Genealogía, N° 33, Revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Buenos Aires, 2007.

Origen y descendencia de los Vera y Aragón de Estepa”, Boletín N° 36 del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Córdoba, Córdoba, 2009.

El nombre de la ciudad de Corrientes y el verdadero escudo de armas del fundador de la ciudad de Vera”, Revista N° 4, Instituto de Investigaciones Historicas y Culturales de Corrientes, Corrientes, 2009. Presentación: Corrientes, 9/12/2009.

El conquistador don Francisco de Mendoza y su hijo don Francisco de Mendoza Manrique”, Boletín N° 37 del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Córdoba, Córdoba, 2010.

Antiguas familias correntinas, 2° parte”, Boletín Nº 8, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2010.

Los antepasados correntinos del presidente chileno Sebastián Piñera”, Boletín Nº 8, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2010.

El destino de los primeros gobernantes del Río de la Plata (1534-1556)”, Revista N° 5, Instituto de Investigaciones Historicas y Culturales de Corrientes, Corrientes, 2010.

El matrimonio del general San Martín”, Revista N° 5, Instituto de Investigaciones Historicas y Culturales de Corrientes, Corrientes, 2010.

Los Cabral de Melo y Alpoin de la ciudad de San Juan de Vera de las Siete Corrientes”, Boletín Nº 10, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2011.

Descendencia en Corrientes de Amado Bonpland”, Boletín Nº 10, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2011.

La visita del General Manuel Belgrano a Corrientes”, Revista N° 6, Instituto de Investigaciones Historicas y Culturales de Corrientes, Corrientes, 2011.

El coronel Antonio Ezequiel Berón de Astrada. Su origen y descendencia”, Revista N° IX, Centro de Genealogía de Entre Ríos, Buenos Aires, 2011.

La familia del Licenciado don Andrés Garavito de León”, Genealogía, N° 34, Revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Buenos Aires, 2011.

La trama secreta de la deposición del gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca”, Revista de Historia de Jerez N° 16/17 (2010-2012), Centro de Estudios Históricos Jerezanos, Jerez de la Frontera, 2012.

El alguacil mayor Bernabé de Luján”, Boletín Nº 8, Centro de Estudios Genealógicos e Históricos de Rosario, Rosario, 2012.

Origen y descendencia de la familia Esquivel de Corrientes”, Boletín Nº 11, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2012.

Existió la Hidalguía de Indias”, Revista N° 7, Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes, Corrientes, 2012.

Don Francisco de Mendoza”, Revista N° X, Centro de Genealogía de Entre Ríos, Buenos Aires, 2012.

“¡Basta de Historias! La ascendencia imaginaria de Juan de Garay”, Revista N° XI, Centro de Genealogía de Entre Ríos, Buenos Aires, 2013.

Desmitificando conquistadores”, Boletín Nº 13, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2014.

Los Dicidio y Zamudio”, Boletín Nº 13, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2014.

Los Moreno / Sanchez Moreno”, Boletín Nº 14, Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, Corrientes, 2015.

Los Gribeo”, Genealogía, N° 36, Revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Buenos Aires, 2015.

El capitán Gonzalo de Acosta”, Revista N° XIII, Centro de Genealogía de Entre Ríos, Buenos Aires, 2015.

Los Boletines del Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas y las Revistas del Intituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes se pueden adquirir en Moglia Ediciones